1:40 AMRay
—A ver... ahora.— Revisa el filo del cuchillo con el pulgar y el hilo de sangre que sale es la peor amenaza de todas pero necesito manejarme mejor con armas blancas y quién mejor que mi carnicero favorito para ayudarme con eso.
—¿Qué tanto te duele el brazo?— Pregunta.
—Solo cuando lo muevo, dale.— No me interesa que se contenga por algo tan minúsculo como un balazo.
En una fracción de segundo lo tengo lanzando cortadas por todos lados, puedo esquivarlas, empujo su cuerpo agarrándolo por el brazo pero siento el frío del cuchillo rozando las costillas pero desliza el lomo en lugar del filo. Lo suelto y retrocede.
—Si te ataco de frente mi rey, ¿Qué mano usare para apuñalarte?—
—Ambas.— respondo. La gran ironía es que nunca se sabe con qué mano te va a dar el golpe, cambia el cuchillo de mano al último minuto y nunca se sabe de dónde vendrá la cortada.
—Ok, cierto, ¿pero en qué mano tengo el cuchillo ahora, papi?—
—Derecha...— Mantengo la vista fija en la mano que sostiene el maldito cuchillo; ¿no puede usar un cuchillo normal? ¿Tiene que usar esa cosa hasta para entrenar?
—Entonces mi negro; ignora los golpes, ignora las amenazas, mi lado izquierdo no existe a menos que tenga un cuchillo, puedo golpearte las costillas y vivirás, pero si te perforo un pulmón no.— Me harta cuando me da lecciones como esta pero es necesario, soy demasiado bueno en todo lo demás como para morir con una maldita puñalada y el es demasiado bueno con los cuchillos como para matarme por accidente.
—Dale.—
***
Una hora después tengo sudor corriendo por la frente y la espalda y él tiene el pelo cubriéndole la cara, pegado por el sudor. No ha podido cortarme, no ha podido acercarme el cuchillo otra vez aunque siento que me falta el aliento y el hombro me esta matando. —El teniente; recibí una llamada en la tarde, está intentando abrir una investigación, te acusa de lavado.— Me dice.
—Que la abra, se cerrará como las otras, si lo intenta otra vez; le daremos un paseo a su hija mayor, solo fotos; sin cuerpo... Si tanto le gustan los casos abiertos que tenga uno propio.—
Empieza a hartarme con sus intentos, no que querido enseñarle una lección porque me es útil y porque las investigaciones del ministro de defensa mueren tan rápido como nacen; solo a él se ocurre pensar que es mi única conexión ahí y me conviene que lo piense, si supiera que lo tengo rodeado podría desesperarse.
El celaje de la hoja pasando por mi cara me saca de mis pensamientos y me muevo rápido hacia atrás esquivando las cortadas que me lanza una detrás de la otra hasta lograr mandarlo al suelo.
—Ray, ¿Cómo era la convivencia en tu casa con Melo antes de que se mudara con David?, ¿Cómo la trataban, Tu, Ana, Oscar...?—
Intento hacer memoria; no hay mucho que contar realmente, David nunca estaba ahí y ella no se separaba de Ana; salía por días completos con ella y no la veíamos hasta la noche, por eso me duele tanto que la haya asesinado sin piedad, mi madre fue como su madre.
Oscar era una mierda como padre para nosotros; pero siempre fue débil por Jannett y la loca esa, se sentía culpable por haberla dejado huérfana e intentaba compensar. —No había mucha convivencia.—respondo— ¿Por qué la pregunta?—
—Necesito saber qué tanto sabes y decidir si me voy de aquí o me quedo.—
¿Irse a donde? ¿Por qué?, no entiendo de lo que habla y tampoco me atrevo a dejarlo pasar, ¿yo que debería saber? Tampoco pasaba mucho tiempo en ese lugar, íbamos a comer por la estúpida tradición de Oscar y a dormir, salí de ese departamento cuando tuve edad para tener el mío. —¿Qué tanto se de que?, déjate de estupideces y pregunta lo que quieres saber.—
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Eros -Borrador
RomanceNo existen salidas si todas las puertas llevan al mismo lugar; Raymond Vargas sabe esto mejor que cualquiera, estar exiliado parecía la oportunidad perfecta para cambiar su vida. -Solo las partes que no le gustan- Pero desaparecer y dejar todo atrás...