Capítulo 9

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—Detengámonos un momento, no puedo verme así en el pueblo. —bajando del caballo.

—Si majestad.

Se detuvieron en medio de un bosque con árboles enormes que cubrían al palacio principal, está era una de las barreras para evitar ser encontrados por enemigos.

Desató su vestido haciendo que el beta volteara rápidamente dándole la espalda con un leve sonrojo en su rostro.

—Lo siento si lo incomode.

—Su majestad, no debería disculparse. Es culpa mía no notar lo que haría.

—¿Estas avergonzado? Noto como tus orejas están tan rojas.

—Por supuesto, majestad. Nadie debe ver su cuerpo sin que usted no lo permita.

—Ambos somos hombres, no debe de que avergonzarse.

—No es... lo mismo, su majestad.

—¿Aun sigue en pie ayudarme en lo que haga falta? —preguntó al terminar de vestirse, dejando aquel hermoso vestido tirado en el bosque.

—Si majestad, haré lo posible para ayudarle en todo lo que necesite. 

—Bien, espero no te arrepientas de tus palabras.

Continuaron su viaje a caballo hasta llegar a uno de los pueblos lejanos del palacio Imperial, este mencionado antes era conocido por tener objetos ilegales a venta comercial. También por ser un pueblo de placer.

—Hace algunos meses se me informó un rumor que podría cambiar algunas cosas en mi futuro y en esa casa de cortesanas de seguro encontraré respuestas. Para ello te necesito, serás mi escudo.

—Eso quiere decir, ¿Qué necesita mi ayuda para? —pregunto confundido.

—Debes pedir una habitación para nosotros y varios omegas de compañía. Tu trabajo es divertirte y acostarte con ellos de ser necesario, mientras yo me escabullo para buscar información.

El sonrojo en el rostro del beta era evidente.

—Majestad...

—Se bien que te estás guardando para el matrimonio, no te obligaré hacer algo que no deseas. Pero si el encargado sospecha de algo tendrás que fingir.

—Si majestad, haré mi mejor trabajo.

Al adentrarse dejaron los caballos atados cerca de un pequeño establo donde tuvieron que pagar varias monedas de oro para que los cuidara el jinete encargado.

Se dirigieron a la casa de cortesanas de donde Dan escuchó aquel rumor, cómo fue acordado el beta pidió una habitación con varios omegas para su diversión propia. El pago debo realizarse antes de ver a los omegas por lo que este se completo sin problemas pues el omega llevo varias bolsas pequeñas con ello. Por otra parte el beta se notaba nervioso, desde que ingresó al palacio como encargado del establo no había estado en contacto con un omega que no sean los que vivían allí mismo. Esto era nuevo para el.

Ya en la habitación, de pronto entraron dos omegas hermosos con ropas provocadoras.

—Estamos a su servicio, mis señores.

Dan se acercó a ellos, levantó sus rostros con dos dedos de diferente mano al mismo tiempo.

—Son hermosos. —exclamó Dan.

—Gracias, mi señor.

De pronto el encargado ingresó con un pequeño omega.

—Les presentó a Yeo Eui Joon es nuestra flor de loto, ha estado bajo mi cuidado desde que llego. Espero sea de su interés.

El Harem del Omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora