23. Caballeros caídos

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Artys se saltó la mitad de los escalones. Sansa trató de seguirle el ritmo, con una mano agarraba su vestido para no tropezar y con la otra apretaba la mano libre de Artys. Una vez en el pasillo de la planta superior, Artys se percató de que alguien se les acercaba por la derecha, sin pensárselo, atravesó el estómago de la figura; era un criado que cargaba una cesta con trapos, el hombre cayó al instante. Sansa reprimió un grito mientras observaba al pobre retorcerse en el suelo, buscó la mirada de Artys y este la evitó y tiró nuevamente de ella.

Ser Gawen, que iba detrás de ellos, los detuvo, colocó  su mano sobre el hombro de su señor. Artys lo miró contrariado. Ser Gawen le hizo un gesto para que avanzara por el pasillo por el que había venido el sirviente, luego se paró frente al umbral de la escalera, agarrando la espada firmemente con ambas manos. Iba a hacerles ganar tiempo.

—Ser Gawen... —Artys no supo qué decir, miró a Sansa, tenía miedo. Ella lo miraba expectante, como si esperara que de un momento a otro saliera con una solución mágica —. Gracias.

Ser Gawen asintió y le hizo un gesto de cabeza. Artys tiró de Sansa.

Atrás se quedó el caballero del Valle, quien empujó por las escaleras a los dos primeros hombres que trataron de subir. Luego hizo frente a otros dos, acabando con ellos, pero a cada momento eran más y más, y él solo era un hombre. Nunca había sido nadie especial, un simple joven que había aprendido a defenderse con la espada a muy temprana edad, atrapado en un mundo de silencio. Nunca lamentó tanto su mudez como en aquel momento; le hubiera gustado decirle a su señor que dar la vida por él era un honor, que su vida había estado plagada de errores y malas decisiones, pero que fue gracias a servir a los Arryn que consiguió reconducir su vida. Ahora enfrentaba su muerte; sin embargo, nunca se había sentido más vivo y satisfecho.

Ser Gawen detuvo a otra pareja de soldados Lannister, pero los siguientes que subieron fueron cinco que le atravesaron el torso múltiples veces. Sintió que sus pulmones ya no podían coger aire y cayó de rodillas. Sangraba a borbotones, y no pasó mucho tiempo hasta que dejó de sentir sus extremidades y perdió el poco equilibrio que le quedaba, tendiéndose de lado en el suelo. Los soldados pasaron por encima de él, lo pisaron y oyó los huesos de su mano izquierda crujir. No sintió dolor; ya no sentía nada. Un charco de sangre empezó a formarse a su alrededor. Una vez un comerciante de Essos le había asegurado que todos los hombres debían morir y servir. Él había servido, y ahora moría.

***

Nunca los pasillos de la Fortaleza Rojo se le habían hecho tan largos al halcón, cada parecía alejarlo más del final. ¿Qué final? No tenía ni idea, solo avanzaba. Tal vez si conseguían bajar por las escaleras del otro lado, podrían llegar al patio, rodear los establos y buscar un modo de salir a la ciudad entre la multitud.

Dos Lannister aparecieron frente a ellos con las armas en las manos.

—¡Quietos los dos! —ordenó uno de ellos.

Artys soltó a Sansa y se colocó delante de ella, agarró su espada con ambas manos.

—No te separes —le dijo Artys sin perder el contacto visual con los dos hombres.

Sansa se aferró a los hombros de Artys y se escondió tras él. ¿Serían capaz de hacerle algo si se separaba de Artys? ¿Querrían matar a Artys? ¿A ambos?

Uno de los Lannister avanzó y Artys desvió su ataque hacia un lado, el hombre quedó a poca distancia de la pared; ventajas de pelear en un pasillo, el halcón era rápido y no tenía armadura que lo ralentizara, podía esquivar sin muchas dificultades. Por el contrario, sus adversarios se veían cohibidos por el peso. 

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⏰ Última actualización: Jun 14 ⏰

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El Halcón Dorado |GoT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora