De nuevo se encontraba en aquel escalofriante vestíbulo. Pensó que nunca iba a volver a tener aquella vista ante sus ojos. Es cierto, había salido por ese mismo vestíbulo hace unas jornadas, pero la visión de tenerlo de frente, entrando de nuevo, le causaba un retortijón en el estómago difícil de describir. Las palabras de ese día aún le rondaban por la cabeza...
"Es mi primer día..."
"Bienvenido a tu segundo hogar, querido..."¿Cómo no sentirse mal al recordar la primera vez que entró por esa puerta? ¿Al recordar su propia inocencia...? Aquella que ya nunca volvería... Madi se fijó en que de repente Dakari se había quedado inmóvil. Trató de llamarlo y, preocupada, lo tomó de la mano. Su piel se había puesto fría, y temía que pudiera tener una crisis de nuevo. La verdad era que contemplar un episodio de sitabhaya en todo el contexto de la palabra
había sido de las cosas más fuertes que había presenciado en su corta vida. Rápidamente y por instinto, tomó la mano de Dakari entre las suyas y empezó a frotarla para poder hacerlo entrar en calor mientras lo llamaba.–¿Qué paso...? – Preguntó Dakari saliendo de su pequeño trance.
–Lo mejor será que te mantengas enfocado en lo que estamos haciendo por ahora. Hasta donde sé no estás recuperado por completo y no sería buena idea llamar la atención en este lugar.– Le advirtió Madi.
–Tienes razón. Disculpa, no quería preocuparte. Vayamos a mi antigua
habitación, probablemente ahí no nos encuentre nadie. Sígueme, es por aquí.– Indicó Dakari, despabilándose. Emprendió la marcha hacia el cuarto que compartía con Yannik. Con un poco de suerte él no estaría ahí y así tendría tiempo de pensar en cómo explicar por qué desapareció y quién era la chica que lo acompañaba.No tardaron mucho en llegar a la habitación. Derecho por el corredor, tomando las escaleras y hacia la tercera puerta a la derecha. Así le había indicado Isbelia cuando se despidió de sus padres hace ya mucho tiempo. Sacudió su cabeza ante el recuerdo. Tenía que ser fuerte ante los recuerdos o sino su enfermedad podría atacarlo de nuevo.
Antes de que se diera cuenta, ya estaban frente a la puerta de la habitación. Rogó para que estuviera vacía mientras tomaba el picaporte y lo giraba. Para su suerte, lo estaba.–Está vacía. Entra, pequeña Madi.– La invitó en tono burlesco. Ella sonrió e hizo lo que le dijo. Ya adentro ambos se sentaron en la cama de Dakari y este último no pudo evitar tumbarse de espaldas y dar un largo suspiro.
–Estoy exhausto.
–No me sorprende. Yo también lo estoy, pero a diferencia tuya no me detuve para matar algo en el camino.– Le contestó Madi burlándose mientras volteaba a verlo a la cara.
–Debes admitir que lo hice mejor que con los intrusos del pasillo.– Replicó Dakari
levantando su dedo en el aire, objetando. Madi solo volteó la mirada y ladeó una sonrisa.– ¡Oye!–Sí has mejorado, pero no tienes técnica. Necesitas entrenamiento.– Dijo Madi entre risas. Dakari hizo un pequeño puchero ante esa contestación.– Pero creo que sí deberías descansar un poco, Dakari. Yo podría hacer guardia.
–No lo sé, Madi...– Dijo Dakari inseguro, dado que la última vez que había dormido le había causado un gran susto.
–Te despertaré si noto que estás teniendo pesadillas o que algo te perturba.– Dakari ahogó una risa ante ese último comentario.
–Este lugar en sí me perturba. Pero no cuestionaré. En verdad apenas puedo mantener los ojos abiertos...– Su voz empezaba a apagarse con forme iba quedándose dormido.
Madi lo observó por un momento mientras su mente iba compilando todas las cosas que había aprendido sobre Dakari en ese último tiempo. No pudo evitar sonreír melancólicamente. Sentía compasión por él, no pena. Sin darse cuenta de cuán cansada estaba realmente, ella también fue cayendo víctima del cansancio hasta que terminó tumbándose al lado de Dakari y rápidamente se durmió.
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La Estrella Verde de Dustakhan
FantasyDakari es un niño con un talento especial, por lo que para garantizarle la educación que merece, es llevado al internado de Dustakhan, liderado por los Altísimos. Sin embargo, con el pasar del tiempo descubre que los Altísimos avanzan más en su tare...