Un mes después.
Ten sería el primero en admitir que él no tenía ningún problema en doblar un poco la verdad para conseguir lo que quería. La mayoría llamaría a lo que hacía deshonestidad; Ten lo llamaba inteligencia. Además, tenía una gran ventaja: desde que él era bueno en pretender ser lo que no era, podía reconocer fácilmente cuando otras personas trataban de hacer lo mismo.
Ten se apoyó contra el casillero, viendo a Taeyong sacarse su camiseta empapada en sudor. Él continuó ignorando a Ten, aunque la sonrisa sosa que había mostrado antes, durante el entrenamiento, no estaba a la vista.
Ladeando la cabeza, Ten lo estudió. —¿Cómo está el bebé? Jisung, ¿no? Bonito nombre. Siempre he sido partidario de los nombres que empiezan con J.
Las manos de Taeyong se frenaron por un momento antes de que él le diera la espalda y se pusiera una camiseta limpia.
Ten apretó los labios. Taeyong solía ser más divertido. En estos días parecía que no le importara un carajo de nada. Le molestaba a Ten, y le molestaba que le molestara. Normalmente era divertido cuando su llamado hermano estaba teniendo un día de mierda, pero el desinterés continuo de Taeyong por todo era francamente aburrido. Le quitaba toda la diversión al asunto.
—¿Entonces vas a hacer una mujer honesta de Miyeon? —Ten preguntó.
Taeyong no mordió el anzuelo. —Sólo di por qué estás aquí y piérdete.
—Sólo quería decirte que vi un artículo interesante ayer en el Daily Mail, —Ten dijo, mirando a Taeyong como un halcón—. Era sobre un futbolista coreano-estadounidense, Kim Doyoung.
Sin reacción. Ten sonrió. Hah, Taeyong realmente no lo sabía. Eso lo hacía incluso mejor.
—Yo nunca he oído hablar de él antes —continuó—, pero, de nuevo, ¿quién se preocupa por los jugadores estadounidenses? De todos modos, el tipo salió del armario cuando fue fotografiado besándose con un médico deportivo muy conocido. ¿Adivinas quién?
Los hombros de Taeyong se pusieron rígidos. Finalmente. Una reacción. Pero era una reacción muy previsible, teniendo en cuenta la rara relación de Taeyong con Jung Jaehyun.
Ten hizo una mueca ante la idea. Antes de su parálisis, Taeyong solía ser más como él, pero luego de su regreso del centro de rehabilitación, era prácticamente una persona diferente. Ten no podía creer lo pegajoso que Taeyong se había vuelto en torno a Jaehyun. Taeyong era terriblemente posesivo del doctor y no quería compartir la atención de Jung con nadie.
Si Ten no lo conociera tanto, pensaría que Taeyong sentía algo por Jaehyun o algo así, pero él lo conocía mejor. A diferencia de él, Taeyong era tan heterosexual como se podría ser, así que su apego por el tipo era más que raro.
—Kim estaba completamente sobre Jaehyun —dijo Ten—. Parecían muy felices juntos.
Taeyong permaneció inmóvil, de espaldas a él. Ten no podía verle cara, pero no lo necesitaba. —Estoy tan contento por él —Ten dijo casualmente—, Jaehyun se merece un descanso después de ser tu niñero por años y no tener una vida personal de la que hablar.
Dándose la vuelta, Taeyong se metió en su chaqueta. —¿Por no te largas y me dejas en paz —dijo, abotonándola. Su rostro era inexpresivo, pero sus dedos estaban inestables, temblorosos.
—Lo lamento, ¿Toqué algún punto sensible? —dijo Ten con una dulce sonrisa.
Taeyong frunció el ceño. —Piérdete.
—Oye, sólo decía. —Ten levantó sus manos de una manera conciliadora—. Yo no pretendía... molestarte.
—No estoy molesto.
—No necesitas poner buena cara —Ten dijo, luciendo su expresión más sincera—, somos familia, después de todo.
La sonrisa que recibió fue positivamente asesina.
Ten dejó caer su máscara y se encontró con los ojos de Taeyong. —En serio, contrólate. Me estás aburriendo. No es divertido patear a alguien que ya está caído. No representas ningún desafío en estos días.
—No tengo ni idea de lo que hablas.
Ten soltó una carcajada. —Has estado comportándote como un cachorro apaleado durante meses. Un cachorro sin su dueño. Eso es triste y patético.
Un músculo palpitaba en la mejilla de Taeyong.
Ten se burló. —Tu rara pegajosidad por Jaehyun era bastante patética de por sí, pero esto –la depresión sin sentido– es caer aún más bajo para ti. Si realmente lo quieres tanto de vuelta, ¿cuál es el problema? Tráelo de vuelta.
—Él no quiere regresar —Taeyong escupió.
Ten levantó las cejas. —¿Entonces? Si quiero algo, camino sobre cualquiera para conseguirlo, en lugar de deprimirme y no hacer nada. Solías ser del mismo modo.
—Solía ser —Taeyong mordió—. Ya no más.
Ten ladeó la cabeza. —¿De verdad? Puedes engañar a todos los demás, pero ¿tú y yo? Sabemos la verdad. Estamos cortados por el mismo patrón. En el fondo, eres la misma codiciosa mierda egocéntrica que eras de niño. No me digas que nunca cruzó por tu mente: hacer lo malo, lo egoísta, y al carajo todos los demás.
La manzana de Adán de Taeyong se movió.
—Tienes —Ten dijo en voz baja—. Puedes pretender ser el chico bueno todo lo que quieras. Pero tú no eres el chico bueno. No eres mejor que yo. —Él rio—. Pero ¿sabes la diferencia entre tú y yo? A veces yo podría decir una pequeña mentira piadosa para conseguir lo que quiero, pero por lo menos soy honesto conmigo mismo. Yo sé lo que soy, y estoy bien con eso. Yo soy un cabrón y soy impresionante. —Él sostuvo la mirada de Taeyong—. Y yo definitivamente no necesito una cerca blanca para sentirme mejor acerca de mí mismo.
El rostro de Taeyong palideció. Abrió la boca, pero nada salió.
Sonriendo, Ten se fue, contento de que había tenido la última palabra.
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