DICCIONARIO ANTIOQUEÑO (Léelo antes de empezar)
* Vaga: Sin oficio - persona que no trabaja ni estudia / Asolapada: Picara - persona que tira la piedra y esconde la mano / Nomás: Abreviación de "No más" / Ver chispas: Mucho dolor / Zángana: Insulto dirigido a una persona que se aprovecha de la nobleza de otros / Entelerida: Flaco - delgado - persona que está en los huesos y desnutrida
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—Les quedan cinco minutos, niños. Apresúrense.
La voz sonó a su espalda, mientras ella trataba de escribir una de las respuestas en la hoja. Solo una pregunta le faltaba terminar, pero se enredaba un poco. ¿Quién pedía en un examen a alguien que apenas aprendía de Dios, que escribiera la explicación de cada uno de los diez mandamientos de la ley? Ella a duras penas sabía cuáles eran, para describirlos parte por parte. Por eso miró al techo como si tratara de hacer memoria.
¿Cómo describir el seis y el nueve cuando eran tan similares o hasta se podrían complementar?
Un ligero golpecito en el hombro la espabiló.
—Señorita Uribe, ver al cielo no hará que le digan las respuestas—miró un poco amedrentada a la religiosa—mire su hoja.
—Solo pensaba en la respuesta. No sé cómo explicar el mandamiento nueve distinto al seis.
—Si de verdad estudiara en vez de andar de vaguita en la casa cural lo sabría. Haga su examen.
—Es lo que estoy haciendo, señora—masculló.
Y a cambio... Pao se encogió cuando la monja blandió el palo golpeándole la espalda.
—¡Sigue de respondona!
Los demás niños miraron asustados la escena, pero no dijeron nada. Ellos también le tenían demasiado miedo a la demonia. Un golpe ligero en la puerta, evitó que la hermana Auxilio le dijera algo más.
—¿Adelante?
Lo que Paulina pensaba poner en la hoja ya con un poco de inspiración divina, se le esfumó. El padre Abel entró al salón, vistiendo de negro pero no con su sotana. Las manos a la espalda.
—Buenos días, hermana—la miró solo un segundo a ella y se concentró en la maestra—y buenos días, niños.
—Buenos días—corearon.
—Bendiciones, padre. Que gusto tenerlo por aquí—se quedó de pie cerca de su pupitre.
—Paulina.
Ella sonrió como si tuviese el mejor regalo de todos. Como si de niña le hubieran regalado una caja entera de quesito con bocadillo para ella sola.
—Padre.
Le devolvió la sonrisa.
—Venía haciendo ronda por los salones. Quiero saber cómo están los alumnos para los sacramentos.
—Cómo deben estarlo, padre. Perfectamente. ¿No, pequeños?
Pero nadie le contestó. Ni siquiera ella. Solo se fijó en que la religiosa escondía su palo detrás de la espalda, y que el padre también lo había visto.
—Me alegra oír eso—la vio de frente—¿puedo preguntarle qué es lo que tiene en la mano y acaba de esconder?
Y sí que tuvo agallas para enseñárselo.
—¿Esto? Es para señalarles las explicaciones del tablero, padre. Nada más. También si no prestan atención les llamo al orden con unos golpecitos.
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ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
RomanceNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...