Natalie podía sentir como la lengua de Muzan degustaba de su caliente boca, jamás había visto al mayor comportarse con tan poca caballerosidad, estaba tan excitada que sentía sus bragas mojadas por sus propios fluidos, sin mencionar que podía sentir la dura erección del hombre debajo de ella.
La mente del azabache no estaba procesando nada de forma lógica, su poca cordura estaba por irse al diablo, los movimientos que la cadera de Natalie ejercía sobre su duro pene, por alguna razón, sólo lograban que su molestia aumentara.
¿A caso no se daba cuenta de lo que estaba provocando? ¿buscaba que la rompiera por completo en ese jodido momento?
La tomó con poca delicadeza por las caderas y la dejó debajo de su cuerpo, se alejó un poco para arrodillarse y verla respirar con dificultad, no se veía para nada arrepentida, pero sí muy agitada.
— No te das una idea de lo que soy capaz. — Habló con un tono ególatra que calentó aún más a la pelirroja.
Un sonrojo se apoderó por completo de la menor, quien suavemente abrió su kimono para ofrecerle la erótica vista de sus pechos al pelinegro, quien tensó la mandíbula al ver esos hermosos pezones erectos.
— Me gustaría averiguarlo, señor Kibutsuji. — Su voz sonó tan seductora, Muzan jamás imaginó que la pelirroja tuviese un lado así.
Con mucho cuidado; y una lentitud de tortura, Muzan fue despidiéndose de cada una de sus prendas, empezando por esa camisa negra de vestir que a Natalie tanto le encantaba, ver poco a poco la blanca piel del demonio la hacía desearlo cada vez más, tenía un cuerpo bien trabajado, digno de su arrogancia. Cuando sus masculinas manos viajaron hasta su cinturón, sintió sus pliegues calientes, era algo tan ardiente.
Lo vió despojarse de su pantalón y luego siguió con su ropa interior, sin ningún tipo de pena. Su mirada verdosa recorrió la gran longitud del hombre frente a ella y apretó las piernas ante la mirada intimidante de Kibutsuji.
— No te imaginas lo cuidadoso y delicado que he sido contigo. — Se acercó para empezar a desnudarla poco a poco, con una lentitud que sólo la torturaba más. — He sido tan piadoso.
Natalie tragó saliva cuando sintió como el hermoso kimono que mantenía abandonaba su cuerpo, dejándola expuesta por completo ante el demonio, se recostó sobre su espalda y embozó una sonrisa retadora.
— Jamás le pedí piedad, mi señor.
Muzan se acercó y devoró sus labios con una intensidad ardiente, ambos estaban tan excitados que sentían que se quemaban. Uno de los brazos del mayor rodeó la cintura de Amane, haciendo que sus cuerpo quedasen aún más juntos. El tacto de los pezones erectos de Natalie le erizó la piel al demonio, provocando hasta sus más bajos instintos.
La pelirroja abrió los ojos con sorpresa cuando en un movimiento rápido y sin mucha delicadeza Muzan la dejó boca abajo, para luego tomarla de las caderas y dejarla empinada ante él.
— Muzan.. — Jadeó. Pero una fuerte nalgada la hizo soltar un grito agudo, estaba segura de que quedaría marca.
— Sólo autorizo gemidos. — Soltó con una sonrisa arrogante que Nat no pudo ver.
La gran mano de Muzan tomó su miembro para empezar a masturbarse contra la entrada de la menor, quien se aferró a las suaves sábanas que estaban debajo de ella. Un gemido salió de la pelirroja cuando sintió como el miembro de su amado se enterraba en su intimidad, tan duro y caliente.
Sin mucha espera, el demonio se aferró con fuerza a el trasero de la menor, enterrando sus uñas en él para empezar a penetrarla con fuerza, logrando que el sonido de sus cuerpos cochando se escuchara en toda la maldita habitación.
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❛ 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑𝐀 𝐊𝐈𝐁𝐔𝐓𝐒𝐔𝐉𝐈 ┊𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 𝐱 𝐎𝐜 › +𝟏𝟖.
Fanfiction¿Cómo fue que el gran Muzan Kibutsuji se enamoró perdidamente de una simple humana? No lo sabía, cuándo conoció a Natalie supo que sería su completa perdición, su pequeño capricho. Natalie Amane era hermosa, eso era algo que todo Japón sabía, jamás...