La Carrera Parte 4

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Oh Gente de Juda,

Oh bosques de la señora Bella...

Ciudadela de Eme abatida,

Abatida para siempre...

De «Canciones de Amin», por Serbal Arijaya.

Las tribus de Marduk han venido a ser reinos de nuestro Señor y de Babilonia; y él reinará para siempre jamás.

Recordó aquellas palabras mientras sus pies dan varios pasos atrás automáticamente y se camufla entre los árboles. Se tapa la boca con el niqab para dispersar el vaho blanco de su aliento en el aire helado. Meda nota cómo se le dispara la adrenalina, llevándose consigo todas las preocupaciones del día, para concentrarse en la amenaza inminente que tiene delante.

Ella cae de rodillas sobre rosas rojas,

Es callada por esos

Que han invadido desde hace tiempo aquel bosque.

¿Qué está pasando? ¿Acaso Jirania Kashipú ha encendido el campo de fuerza como medida de seguridad adicional? ¿O se ha enterado de algún modo de que Meda ha escapado de su red? ¿Está decidido a dejarla fuera de la tribu de Judá hasta que pueda capturarla y detenerla? ¿Arrastrarla en la plaza para que la encierren en una celda, la cuelguen de cadenas a yunques o la decapiten? «Cálmate», se ordena la chica.

No es la primera vez que se queda fuera de la tribu. Le ha pasado unas cuantas veces a lo largo de los años, pero Murphy siempre estaba con ella, así que los dos elegían una rama cómoda del Olmo de la bruja en el que acomodarse hasta que apagaban el campo de fuerza, cosa que siempre acababa sucediendo. Si Meda llegaba tarde, Serbal solía ir a la Pradera de Barsana para comprobar si el campo de fuerza estaba cargado para que el baba no se preocupase. Sin embargo, hoy su familia no se imaginará que Meda esta en el bosque. Esta se ha molestado en darles pistas falsas para despistarlos, así que, si no aparece, se preocuparán. Y parte de Meda también está preocupada, porque le parece que no es una coincidencia que enciendan el campo de fuerza el mismo día que Meda decide volver al bosque. Esta creía que no la había visto nadie meterse bajo el bloque apagado del campo de fuerza, aunque ¿quién sabe? Siempre hay espías pagados.

Alguien informó sobre el beso que le dio Murphy en este mismo sitio, pero fue a plena luz del día y antes de empezar a tener más cuidado con su comportamiento.

¿Habrán colocado cámaras de vigilancia? Es algo que Meda se ha preguntado antes. Ya lo hicieron cuando estuvo en Babilonia con la canción de Amin y el ataque de la Torre de Babel.

¿Así averiguó el emperador lo del beso?

A pesar de que todavía era de noche cuando Meda se metió por el hueco y llevaba la cara cubierta con el niqab, la lista de sospechosos de entrar ilegalmente en el bosque debe de ser muy corta.

Meda intenta escudriñar a través de los árboles, más allá del campo de fuerza, para ver la Pradera de Barsana. Sólo encuentra nieve húmeda iluminada aquí y allá por la luz de las ventanas del borde de Banu Qurayšī. No hay guardias de la luz a la vista, ni indicios de persecución. Sepa Jirania Kashipú o no que hoy Meda ha dejado la tribu, su estrategia no varía: entrar en la tribu sin que la vean y fingir no haber salido nunca. Cualquier contacto con el campo de fuerza significaría una electrocución instantánea. Seria imposible meterse excavando bajo los postes del domo de fuerza sin arriesgarse a que la detecten y, en cualquier caso, el suelo está helado. Eso sólo le deja una opción: tiene que pasar por encima del pequeño agujero de cinco metros en la punta del campo de algún modo.

Empieza a caminar siguiendo el límite de los árboles en busca de uno con una rama lo bastante alta y larga para encajar en sus planes. Al cabo de un kilómetro y medio encuentra un viejo olmo que podría valerle. Sin embargo, el tronco es demasiado ancho y helado para trepar por él, y no tiene ramas bajas. Meda se sube a un árbol cercano y salta como puede al olmo, a punto de resbalarse con la corteza y caer. Al final consigue agarrarse bien y sube centímetro a centímetro por una rama que cuelga sobre el extemo del agujero del domo.

La carrera de la muerte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora