Capítulo 38

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    La noche del domingo brillaba con un aire sereno y tranquilo mientras Jimin se dirigía hacia Titancom. Sabía que esta noche era especial, ya que Mikkai y su equipo estaban por llegar para entregar la primera producción de sus innovadores dispositivos electrónicos. Mes y medio de arduo trabajo y dedicación se habían materializado en este momento crucial.

Al llegar a las imponentes instalaciones, el rubio se encontró con un camión y varios trabajadores bajando las cajas. Las luces brillaban por su ausencia, dando un ambiente oscuro y tenso. Con pasos ágiles, se dirigió hacia la entrada principal del edificio. Allí, Jungkook lo esperaba con un semblante serio en su rostro, reflejando su tranquilidad a la hora de idear planes.

— Buenas noches.

— Llegaste... ¿Comiste algo?

— Lo hice, ¿y usted? — el más bajo evitaba mirarlo a los ojos.

— No pude. Son muchas cosas de las que me tengo que encargar. Tal vez lo haga más tarde.

El equipo de Mikkai estaba listo y preparado para presentar la primera producción de sus dispositivos. Miradas expectantes se dirigían hacia el escenario principal, donde se llevaría a cabo la tan esperada entrega: una de las salas secretas de la compañía. El ruso hizo presencia, bajando de un elegante Camaro, seguido de sus dos socios.

— Buenas noches — saludaron.

Hubo un intercambio de miradas por parte de Jimin y Kai.

Seguido de eso, el equipo se trasladó a una sala de juntas. La atmósfera estaba cargada de tensión y silencio, solo interrumpida por los susurros controlados de la negociacion en curso. Jimin se mantuvo alerta, asegurándose de que las transacciones fueran llevadas a cabo de manera eficiente y discreta.

Las cajas con los dispositivos cambiaron de manos y las miradas frías entre Jungkook y Mikkai se suavizaron ligeramente. Si bien la disputa aún existía, ambos reconocían la importancia de alcanzar un acuerdo dentro de su complicada relación por el bien y el éxito de su trabajo.

Al finalizar, Jeon se acercó a su asistente. Tomó su cintura y escondió el rostro en su cuello — Estoy muy cansado.

Jimin tragó grueso y le acarició el pelo — Ve a dormir... Me aseguré de llevar el cálculo de las cajas entregadas y los pagos, todo está en mi libreta.

— No sé qué haría sin ti... — esas palabras tocaron una fibra dentro del rubio — realmente aligeras mis cargas — le dió un beso en los labios.

— Anda a descansar — acarició su rostro apagado y se puso de puntitas para darle un último beso.

Mikkai y sus socios ya habían salido de la compañía y la entrega había sido exitosa. Jimin condujo en silencio, repasando en su mente lo que venía a continuación. No había espacio para dejarse llevar por sentimientos mediocres y pobres.

Lo hecho, hecho está.

El volante del buggati giró bruscamente, cambiando su ruta común. En el cielo se comenzaban a ver algunos rayos y su visión estaba fija en la carretera, obligándose a sí mismo a mantener la mente en blanco. Se detuvo en un hotel cinco estrellas, dónde al decir un nombre falso en recepción; lo dejaron pasar.

Mikkai había reservado una suit para ambos bajo identidades diferentes, dónde tendrían una velada. Subió al ascensor y siguió hasta la puerta indicada, dónde abrió con una tarjeta e ingresó al enorme espacio lleno de lujos. El sonido de la ducha indicaba que el ruso se estaba duchando...

Dejó su bolso sobre la mesa, quitó sus zapatos y se acomodó para esperarlo.

Pocos minutos después, el ruso salía de la ducha. Vestía únicamente una toalla en la cadera, dejando a la vista su cuerpo lleno de tatuajes. Al ver al pequeño, sonrió en automático — Sí viniste.

When no ones sees' - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora