Achtundzwanzig

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Tic Tac...

Min YoonGi.

Una hora más tarde.

La respiración comenzaba a escasearme y mi fiel camarada de encierro no tardó en socorrerme de lo que, supuestamente, era una inminente crisis nerviosa. Me negaba rotundamente a separarme del Señor White, mientras que la persona que le había acompañado durante la mañana —aún desconocido para nosotros— salió en busca de ayuda en otro lugar.

Las misivas reposaban sobre la mesa, el distinguido Sr. White requería con urgencia abandonar la cárcel para recibir atención médica en un exclusivo hospital del centro, donde le practicarían una delicada cirugía de emergencia y velarían por él las veinticuatro horas del día para garantizar su pronta recuperación. Sin embargo, lamentablemente, ninguno de nosotros poseía el más mínimo indicio de cómo poder asistirle.

Las horas transcurrían velozmente y las oportunidades se reducían. Jong in se embarcó en la búsqueda de HoSeok, pero regresó más rápido de lo que tardó en encontrarlo.

— Rotundamente se negó, afirma que no es la primera vez que Herr White está al borde de la muerte —declaró, acomodándose en la camilla y llevando a cabo un examen exhaustivo del hombre recostado con parte de su abdomen al descubierto.

Me llené de ira ante la forma en que despreciaban al Señor White, como si fuera un mero títere al que podían manipular a su antojo. Continuamos aguardando, pero seguimos sin obtener una respuesta definitiva. Observé el semblante de Herr White. Tan sereno como en las películas, cuando en un desenlace trágico, el protagonista fallece.

— ¿Cuánto tiempo nos resta? —inquirí, acariciando con delicadeza las mejillas del herido. Jong in examinó minuciosamente el reloj de arena que guardaba entre todas sus pertenencias y contestó:

— El tiempo jamás será suficiente cuando se trata de una vida, Pequeño Min.

En un momento inoportuno irrumpió Son, deslizó la puerta y se acercó para observar con mayor detenimiento al Señor White.

— ¿Cuál es el diagnóstico?

Jong in repitió lentamente lo que ya nos había explicado anteriormente. El guardia, quien respondía a las órdenes de Herr White, asintió mientras escuchaba atentamente.

— Es crucial que reciba atención en un hospital.

El médico enfatizó la última palabra, pero Son simplemente respondió con un leve "sí" y se volvió hacia mi dirección.

— Tienes visitantes, dulce Min.

Observé a mi compañero de celda, perplejo ante el comportamiento del guardia. Sin embargo, él continuó atendiendo a Herr White, sin prestar atención a nosotros. Me calcé rápidamente y seguí a Son hasta la sala de visitas.

Se-hun esperaba impaciente, moviendo su pierna con inquietud. Son me acompañó hasta la mesa, liberando mis muñecas de las esposas y posicionándose a unos pasos de distancia.

Ambos nos miramos en silencio. Por un lado, Se-hun estaba impresionado por encontrarme tan diferente desde la última vez que nos vimos. Al contrario, yo seguía sintiendo remordimiento por mi comportamiento hacia él en ese último encuentro.

— El color negro te sienta estupendamente. Realza la belleza de tus ojos verdes —comentó, señalando mi cabello recién lavado.

Agradecí con una leve inclinación de cabeza. Jugando distraídamente con mis dedos, decidí abordar directamente el tema que nos había separado anteriormente y, finalmente, me atreví a preguntar:

— No imaginaba encontrarte aquí después de que me despidieras de tu hogar. ¿Qué te motivó a cambiar de opinión?

— Te extraño Gi...mi más íntimo compañero —mencionó, evocando el apodo que había permanecido en el silencio durante tanto tiempo—. Cada amanecer se torna más complicado sin su presencia.

— Yo no fui quien acabó con Hwasa —respondí, reiterándome a mí mismo la cruda realidad.

Tras tantas acusaciones y remembranzas, comenzaba a creer que yo había sido el causante de la muerte de la joven. Mi mente giraba sin cesar, llevándome a la conclusión de que yo era el único responsable del ataque en el Stone.

— Mis ojos han visto más allá de las sombras, YoonGi —susurró con tristeza—. Estuve presente en aquel momento y la verdad se reveló ante mí, por lo tanto, sé que la partida de Hwasa no es la causa de tu encierro.

El eco de mis palabras se desvaneció en lo más profundo de mi ser. Intenté erguirme mas sus dedos aferrados a mi brazo bastaron para devolverme a mi asiento. Un sonido, proveniente de la lejanía, captó nuestra atención y nos recordó que el contacto entre reclusos y visitantes estaba terminantemente prohibido.

— Estuve involucrado en una disputa —mentí, sosteniendo su mirada.

— ¿En serio, YoonGi? Te advertí que tu adicción a las drogas no te traería nada bueno.

Más que enfadarme, me apesadumbró que —sobre todo— Se-hun tenía razón. Si me había quedado sin familia, dinero y amigos había sido por las erradas decisiones que había tomado día tras día. El hecho de ser homosexual solo había sido parte de una excusa para salir de casa y ser finalmente libre. ¡Qué ironía! Esa misma "libertad" me llevó a estar atrapado entre estas cuatro paredes.

— Reconozco que mi situación no es la más favorable, pero necesito desesperadamente tu ayuda, Se-hun.

Me pregunto, ¿será demasiado atrevido solicitarle ayuda a Se-hun para liberar a Herr White de la cárcel?

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⏰ Última actualización: May 31 ⏰

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Herr White ➤ kookgi [+21].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora