Cálido en invierno

Había una vez una joven que vivía en la casa de sus padres, su nombre era Tani, a unos meses de la llegada de sus diecinueve años comenzó a cuestionarse si el amor romántico en verdad existía, y también, si era tan mágico como sus padres lo hacían ver, o a veces tan problemático como los conflictos que tenían entre ellos de vez en cuando por roces insignificantes, aunque cuando se arreglaban a ella le inquietaba aún más, ¿Qué es eso del amor entre parejas, en verdad puede ser capaz de superarlo todo, pero... Realmente todo?
Su mente estaba llena de dudas, Tani había salido con muchos chicos en su vida, pero comenzó a darse cuenta de que nunca había amado a ninguno de ellos, porque a pesar de que no se sentía incómoda siempre faltaba algo para que ella pensara "oh, vaya, yo moriría por esta persona, daría la vida por él si el destino me lo pusiera a prueba, sin dudarlo dos veces, sí, lo haría", entonces... ¿Yo seré capaz de pensar eso?, se preguntaba todos los días.

El invierno llegó, los padres de la pelinegra la habían invitado a patinar sobre el hielo en una pista que las personas del pueblo construyeron por las fechas, los del pueblo la hacían cada año, y aunque al principio se negó, terminó por ceder.
Estaba parada fuera de la pista, tenía frío, más frío que el día anterior, pues también había acompañado a sus padres, pero también se había quedado apartada. Abrazándose a sí misma miraba cómo sus padres patinaban tomados de la mano, a su vez, otras parejas hacían lo mismo, todas parecían perdidas en su propio mundo, como si una canción los envolviera, nota por nota, cada quien en su propio ritmo, con su propia melodía... Tani sintió envidia por unos segundos, y suspiró.

— Oh, vaya, parece que alguien se divierte tanto como los que están allá adentro — Tani se sobresaltó al sentir que alguien le daba palmaditas en la cabeza, y cuando miró a su lado su corazón se descontroló. Llamémoslo "amor a primera vista", aunque, ¿No sería mejor dejarlo en "enamoramiento a primera vista"?, bien, como sea, el tiempo se detuvo para ella mientras sus ojos se encontraban con los de él, sintió que pasó una eternidad antes de poder responderle.

— No sé patinar — Era mentira, sus padres la llevaban cada año a esa pista, y siempre patinaba con ellos, pero por una razón desconocida había dejado de hacerlo cuando el año pasado sentía que faltaba algo para que ella volviera a entrar en la pista, entonces, ¿Por qué respondió eso?, el joven río y le ofreció su mano con una cálida sonrisa, sus ojos brillaron como estrellas en medio de la noche.

— Te voy a enseñar — Tani tomó su mano sin pensarlo y el tiempo se detuvo para ambos, ella lo sintió, un calor agradable la envolvía, y entonces una melodía comenzó a sonar.

Ambos patinaron esa noche, juntos, sincronizados, como si se hubieran conocido desde antes, se regalaban sonrisas nerviosas mientras hablaban sobre ellos mismos y reían casualmente. Al terminar de patinar se despidieron deseando volver a encontrarse, algo había cambiado para ellos esa noche, la luna los abrazaba mientras cada uno recordaba la calidez que los visitó esa noche, y antes de dormir sonrieron con su corazón latiendo a mil por hora.

Los años siguientes Tani fue la persona más feliz del mundo, el tiempo pasó y cada invierno ellos hacían planes para ir a la pista de hielo del pueblo, al mismo lugar, cada vez que patinaban una melodía diferente sonaba, la joven estaba segura de que su compañero podía escucharla también, porque en ratos tarareaba la canción, y eso la hacía sentirse feliz. Tani primero se enamoró, y luego se convencía cada día más del amor que le tenía a él, quería conocerlo aún más, quería ser parte de su vida por muchísimo más, quería hacer todo lo que pudiera juntos.
Una de las noches de invierno en la pista él le pidió ser su pareja, claro, ella no lo dudo ni un segundo, lágrimas de felicidad acariciaron su rostro y un último pensamiento pasó por su mente antes de abrazarlo con todas sus fuerzas: "Yo daría mi vida por él", y cuando se unieron en un cálido abrazo invernal el amor les dio su bendición.