Es lunes, los pasillos de la escualos estaban nuevamente llenos de estudiantes que portaban sus uniformes, todo estaba envuelto en esa atmósfera de caos y fastidio, por el inicio de la semana. Simón camina entre las personas, está apunto de entrar a su tercer periodo y aún no ha tenido ninguna de clase de incidente, pero si una extraña ansiedad en su pecho y un poco de incomodidad en su estómago.
Sintió como su corazón se detenía, para acelerarse en cuestión de segundos o tal vez menos. Se encontraba en el marco del salón sintiendo terror al ver la escena que se llevaba a cabo: la directora, una mujer joven, alta, rubia y que siempre vestía sastres, se encontraba con el ceño fruncido parada entre Wilhelm y Henry intentando servir como medidor, o como escudo para que los adolescentes no se ataquen físicamente. Henry movió sus manos gritando cosas que Simon no es capaz de escuchar por los resonantes latidos en sus orejas y Wilhelm.. Ver a Wilhelm le produjo escalofríos, el príncipe se encontraba serio con la mirada filosa, altivo y decidido a no rebajarse, con las manos en sus espalda en forma de puños, las presionaba con tanta fuerza que cada una de sus gruesas venas resaltaban. Debido a sus posiciones el único capaz de verlo es Simon
Los ojos turquesas de la directora rápidamente se enfocaron en él. Ella suspiró aliviada. — Señor Eriksson — — Al fin llega — — Pase pase —<< Maldita sea >> << Para que me levante yo hoy de la cama. Es más ¿Para que siquiera nací? >>, pensó con desdén deseando cerrar los ojos y aparecer en su cama.
Se giró y al mirarlo un único sentimiento lo invadió, cubriendo la rabia que sentía, culpa, Wilhelm siente una profunda culpa, porque le prometió que lo resolvería, que no lo metería en problemas y no fue así. Pero por su mente jamás paso que Henry y Emma tuviese el cinismo de suponer que su nombre aparecerían en ese trabajo y tampoco pensó que la directora les daría la razón.
Tomo una profunda respiración he intento caminar lo más lento posible, pero no es mucha la distancia de la puerta al escritorio. Mientras que camina podía sentir los ojos de Wilhelm clavada en él, cuando sus miradas se cruzaron sus expresiones faciales se divisaron y logró leer las disculpas grabadas en su mirada
Se acomodó entre Wilhelm y el escritorio. Cada quien había tomado sus bandos de un lado estaba Henry y Emma, del otro Wilhelm y Simón, la directora entre ellos como una barrera y el Profesor Ramos sentado en su escritorio como si de un referí se tratara. Simón no se sentía capa de verlo.
— Buenos días directora en que puedo ayudarle —. Se obligó a usar cada gota de autocontrol para fingir que no tiene conocimiento de lo que está sucediendo.
— Se nos a presentado una situación de la cual usted a de tener conocimiento — — Sucede que Su Alteza vino a entregarle el trabajo al profesor Ramos, cuando este se da cuenta que únicamente tiene su nombre y el del Príncipe — — Cuando le preguntó qué sucedía este le explico que su compañeros se negaron a colaborar con el trabajo y que por eso decidieron no incluirlos —
Prosiguió el profesor Ramos. — Cuando La señoría Emma llegó le consulte sobre su trabajo y ella me dijo que Wilhelm lo entregaría, yo le expliqué que si lo hizo, pero que su nombre y él del caballero — señalo a Henry — No se encontraban en el trabajo —
— Sus compañeros vinieron a mi muy angustiados, reclamando que ustedes hubiese utilizado su trabajo, sin siquiera colocar sus nombres —
Sus ojos se abrieron y pudo sentir com su pulso se detenía.
— ¿Podría darnos su versión? —..
Sus manos sudaban y su corazón estaba tan acelerado que puede oír sus latidos, pero alzó el mentón respiro profundo he intento lucir seguro y tranquilo. — Claro — — Arribe a las instalaciones el sábado, el jueves después de clases nos pusimos de acuerdo para juntarnos ese día en la biblioteca—
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That Way: Young Royals (+18)
RomanceDespués de que el príncipe se vea en vuelto en una serie de incidentes, el mejor acuerdo que La Corte y sus abogados logran conseguirle, es que regrese a Suecia y continúe sus estudios en el internado Chilton, ahí conoce a Simón. Después de tres año...