Capítulo 4: El perro del perro

14 2 0
                                    

Ambos hombres subieron al auto sin decirse una sola palabra, Denji seguía con la cabeza en las nubes, pensando en todos los destinos que le podían deparar, quizás seria llevado a un campo de concentración donde lo obligarían a cosechar arroz o quizás había una cámara oculta y todo esto era una puesta escena para decirle que se había ganado una casa llena de chicas y comida; todas aquellas conjeturas una más absurda que la otra sonaban lógicas dentro de su razonamiento. Cuando el muchacho se dignó en voltear los ojos se encontró con su raro salvador, acariciando a lo que parecía un perro demoniaco que dormía cómodamente en su regazo.

—Adelante, no muerde —Comento Koji con una cara amable invitándolo con un suave balanceo de cabeza.

Denji dudo unos segundos antes de poner una mano sobre la cabeza del demonio perro, que como buen can soltó gruñidos placenteros buscando más contacto refregándose en contra del muchacho.

—Es como un pochita —Pensó en voz alta, teniendo recuerdos, recuerdos vividos de su mejor amigo.

—Con que pochita ¿era tu mascota? —Pregunto el cazador con la misma sonrisa comprensiva que a este punto ya resultaba irritante, dándole vía libre a Denji para que acariciara todo lo que quisiera al demonio.

—No, él era más que eso —Respondió con la voz más apagada si cabía, llevándose una mano al pecho, jugueteando con aquella cuerda que era un recordatorio de lo que había perdido y ganado esa misma noche.

—Lo entiendo, perder a un ser querido es duro —Dijo Koji de manera comprensiva, empezando a dilucidar las grietas de aquel chico que a primera vista parecía un asesino insensible — Sabes, una vez alguien me dijo que la mejor manera de honrar a los muertos es ayudar a los vivos, no hay nada más noble que evitar el mismo dolor a otras personas.

—Qué bueno que eres devil hunter porque como motivador te mueres de hambre —Pronuncio Denji con sarcasmo ganándose unos ladridos de advertencia del demonio perro y una ligera carcajada de Koji.

—No eres el más simpático de tu casa ¿verdad?

—Pues claro que no idiota, estoy en el auto de un raro que me está llevando a quien sabe dónde, mi único amigo ahora es mi corazón y me muero de hambre.

—Bueno, no puedo ayudarte con lo del corazón ni dejarte tirado, pero puedo saciar tu hambre, los restaurantes de carretera son bastante decentes, a decir verdad —Exclamo Koji sin inmutarse por las palabras del rubio, haciendo un gesto al chofer para que tomara una desviación.

El auto se desvió de la carretera tomando algunas calles curvas, hasta detenerse en un pequeño local, con poca gente y con la fachada a medio pintar.

—Ando un poco falto de dinero, así que, ¿una dona te parece bien? Las que tienen el relleno de jalea son mi recomendación personal.

—Mientras no esté dura como piedra, me sirve —contesto Denji siguiendo al cazador con mucha pereza, casi arrastrando los pies.

Una vez ambos entraron a la cafetería Koji no pudo ignorar como Denji miraba todo a su alrededor con cierta fascinación, viendo desde la camarera que ordenaba los pedidos hasta los viejos cuadros que decoraban las paredes como si jamás hubiera presenciado algo similar. Al poco rato sus órdenes fueron entregadas, con Denji recibiendo la dona más grande y atiborrada del menú, mientras que Koji obtuvo algo más parecido a un pan de molde de lo insípido que era.

—Es la primera vez que pruebo algo así —Comento Denji con algo más de ánimo saboreando la dulzura del glaseado y lo esponjoso de la mesa.

—¿Jamás habías probado una "dona suprema"?

—No, jamás había probado un pan fresco —Respondió el muchacho para la sorpresa de Koji, lamiéndose los dedos con deleite una vez había devorado su comida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 23, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Chainsaw Man: El heroe que nadie pidio ni necesitabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora