La Boca Del Lobo

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Me encontraba solo un poco desorientado y algo picaba debajo de mi piel mientras conducía siguiendo el auto de Lucas y Jk.

Las ganas de sentir a SeokJin succionar mi sangre nuevamente, me tenían deseando y anhelando. Me sentía un poco afligido que mi polla estuviera dura dentro de mis pantalones cuando minutos atrás estaba realmente preocupado por Jimin. Ahora solo podía pensar en lo que sería sentir a Jinnie dentro de mí y sus dientes sobre mi yugular.

Succionando por un lado, empujando por el otro.

— ¡Cuidado! —su voz y las luces del camión frente a mí me habían hecho activar mis reflejos.

— Mierda —suspiré temblando con mis manos en el volante.

— ¿Estás bien? —la voz de Jinnie a mi lado sonaba con un poco de eco, mientras yo relamía mis labios y asentía moviendo mis ojos entre el camino y él—. ¿Tae?

— ¡Estoy bien! —mierda, no quería gritar—. Estoy bien. Lo siento —susurré.

Delante de nosotros el auto de Lucas daba una vuelta por una calle no muy recorrida y una llamada resonaba en el teléfono de SeokJin.

— ¿Jk? De acuerdo, perfecto.

Mis ojos buscaban los ojos pálidos de él. — ¿Qué dijo?

— En la próxima esquina, a pie. Busca dónde estacionar —me ordenaba.

Asistiendo una vez más, intentaba calmar mi cuerpo para que se encontrara en el tiempo y lugar correctos (no era momento de estar volando de excitación), maldita sea. Al detener mi auto, suspiraba más fuerte de lo esperado y observaba mi brazo derecho; la muñeca había sanado. No quedaba rastro alguno, pero yo conocía la zona exacta donde los colmillos de Jin se habían hundido.

— ¿Tae? —los dedos de Jinnie capturaban mi mentón y sus ojos se encontraban con los míos.

Estaba seguro de que tenía las pupilas dilatadas—. Estoy bien. Solo un poco desorientado, pero bien—susurré.

Al mirar sus labios, tenía ganas de golpear los míos contra los suyos y a la vez quería esa boca y esos dientes enterrados en…

—Bien. Vamos—ordenaba luego de inspeccionarme, soltándome de repente y dejándome deseando otra vez.

Antes de que bajara del auto, ponía mi mano en su hombro para detenerlo. Él giraba cautelosamente y me miraba, expectante. Pasando saliva, sus ojos se posaban en mi garganta, seguramente en el movimiento de mi nuez al tragar. Pero sentía un escalofrío que me ponía tenso. No estaba imaginando la tensión entre nosotros; estaba ahí, casi tangible como siempre, pero más denso, más complicado para mí respirar.

ASHES #3 K. Sj × K. Th [Finalizando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora