Capítulo 23.

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PRINCESA ANYA.


El castillo está en caos. La guardia ha sido reforzada, la corte exige reunirse para el siguiente paso, por eso me sorprende ver a la reina Kindred entrar con su rostro hinchado por las lágrimas que no ha dejado de derramar, pero su expresión se mantiene seria.

Al ver al rey Zeyden, no pude evitar recordar a los rebeldes que nos atacaron, como hice que tallos y raíces salieron de sus cuerpos, destrozando por completo sus anatomías. Y me asusta saber que no fui yo quien lo hizo, alguien más está dispuesto o dispuesta a usarlo.

Zachary está a su lado, no he podido hablar con él desde que salió de la habitación. Sus ojos azules se ven opacos, pero nunca se cruzan con los míos.

—Majestad. —Todos en la sala nos inclinamos en una reverencia.

Los ojos de la reina se encuentran conmigo, es letal el vistazo que me regala, algo que solo ví el día que discutimos la muerte de la princesa Amelia.

—Solo vengo con el aviso de que la coronación se hará en cuatro días, suficiente tiempo para los preparativos. —La reina se gira con intención de irse, pero las voces interrumpidas de la corte la detienen—. ¿No escucharon? —Aguardan en silencio—. Ya he dado una orden.

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Quise acercarme a Zachary todo el día, pero de alguna manera se encuentra tan ocupado, se supone que hacemos todo juntos, ¿por qué evitarme en un momento tan importante?

Justo ahora lo encuentro en el despacho de su padre por fin a solas. Alza sus ojos al escuchar la puerta cerrarse, pero es breve. En mis manos tengo una taza de té.

Cuatro fallecimientos en pocos días, no es algo fácil de sobrellevar.

—Traje tu té favorito, de arándanos.

—Gracias —dice de forma tajante. Se levanta de su asiento dirigiéndose al librero.

Entiendo que con la pérdida de Jenephie, me perdí, estaba acorralada por mi dolor y falta de... poder hacer algo al respecto, de que lo pude evitar si mis investigaciones del bosque no fueran tan vagas. No obstante, esta lejanía de Zachary duele un poco, él no le importo verme tan vulnerable, él me ayudó, cuidó y apoyo. Quiero hacer lo mismo por él.

Dejo la taza en el escritorio, me acerco hacia él dejando caer suavemente mi mano en su hombro de forma de consuelo, pero se aleja como si mi tacto lo quemara. Aturdida pregunto:

—¿Sucede algo? —No contesta—. Zachary.

—Me tomaré el té, puedes estar tranquila.

—Sabes que no es el té por lo que estoy aquí. —Él me mira con atención—. Pensé que necesitarías ayuda...

—No creo que puedas ayudarme, mi padre murió de una manera que ni siquiera puede explicárseles a los westianos porque sonaría como un demente.

Me lo quedo mirando, esperando algo más patético que esa excusa que acaba de darme. Me enderezo.

—Si querías estar solo, podrías haberlo comunicado como la pareja que somos, no como si fuera alguien que estorba en tu vida.

Sus suspiro de frustración me enerva, me hace recordar a nuestros inicios.

—Anya, no es el momento. —Lleva sus dedos a su tabique—. Tengo mucho por hacer, el trabajo...

—Pero puedo ayudarte, Zachary. —No dice nada—. ¿Por qué parece que dudaras de mí?

El bosque de Westfell.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora