—Lex —dice Clarke, bajito y con cuidado, tratando de despertarle, pero sin asustarle.
—Mmm —murmura, mientras abre los ojos—. Auch —se queja cuanto se endereza de aquel sofá donde se quedó dormida sin darse cuenta, se toma el cuello dolorido y lo gira tratando de aflojarlo.
Clarke sonríe al despertar perezoso y su corazón revolotea con alegría porque ahora se permite contemplarle sin culpas. Todavía siente que no es el momento de hablar y enfocarse en ello completamente, pero saber, que la mujer que ama, le ama también, es un sentimiento absurdamente maravilloso.
Suspira sintiéndose un poco en conflicto, porque por un lado está la felicidad de aquellos sentimientos confesos y recíprocos, mientras que por el otro está la tristeza y la incertidumbre de lo que acontece con el padre de Lexa; quien ha estado por tres días en el hospital y ya solo pueden ofrecerle cuidados paliativos para que sus últimos días sean más llevaderos.
Entiende que no hay nada malo en sentir como siente, cuando esos ojos le miran y le sonríen, porque a pesar de la situación, en ellos puede ver el reflejo de sus propios sentimientos.
—Tú padre, está despierto —dice Clarke, con cuidado.
Lexa se levanta rápidamente y se acerca a él, mientras que ella se queda a una distancia prudente para darle privacidad.
—Padre —dice Lexa, amorosamente, para llamar su atención cuando está a su lado y sonríe a esos ojos cansados que, sabe, le están buscando.
Su padre ha estado entrando y saliendo de la conciencia desde que lograron estabilizarlo en el hospital, pero no ha hablado, porque está demasiado débil y sedado; sin embargo, cada vez que abre sus ojos, ella le habla, esperando que pueda escucharle y hacerle saber que no está solo.
—Estoy aquí —agrega cuando los ojos de su padre intentan enfocarse en los suyos.
Su corazón se entristece, porque a través de sus ojos es capaz de ver la lucha que mantiene por mantenerse consciente, el dolor que soporta y el cansancio que carga.
—Alexandra... —le escucha decir lento y con dificultad.
Lexa se sorprende y se emociona, porque no es algo que esperaba tener después lo dicho por lo médicos. Escucharle decir su nombre es un regalo, pero verle así, en aquella condición, no es fácil; aun así, intenta mantener la sonrisa y transmitirle tranquilidad.
—No hables... no te agotes... —recomienda con ternura, mientras acaricia su brazo.
—Mi tiempo... —hace una pausa para tomar aire—, está llegando... ¿Verdad? —pregunta con pesar, pero consciente del estado de salud por el cual ha estado atravesando desde hace mucho tiempo; además lo siente en cada célula de su cuerpo y también en su corazón.
—No pienses en eso —dice para tranquilizarlo y toma su mano, intentando contener sus propias emociones.
—¿Sabes? —tose e intenta respirar, no se hace más fácil, pero intenta continuar—. Creo que... finalmente... puedo... irme tranquilo...
—No di... —intenta detener su hablar, pero es interrumpida y lo deja continuar.
—Estos ul... —tose nuevamente e intenta continuar—, últimos meses... —hace una pausa para respirar—, han sido... un regalo... que me... has dado...
—Para mí también —concuerda y sacude la cabeza tratando de alejar esa sensación de despedida.
—Eres... una mujer maravillosa... —hace una pausa—, tu madre... ella... estaría orgullosa de ti...
ESTÁS LEYENDO
Un viaje inesperado
RomanceLexa y un viaje inesperado. ¿A quién conocerá y cómo terminará? Advertencia: Esta historia contiene temas que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas, generar disparadores o herir susceptibilidades.