Capítulo 5

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Dejé de besarlo y dirigí mi mirada hacia él. Su expresión era un enigma que no lograba descifrar. Gaspar no me miraba; sus ojos se movían de un lado a otro, su ceño fruncido, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. La tensión en el aire era palpable.

—¿Gaspar? —puse mi mano en su hombro.

—Lo siento —dijo con una voz apagada.

—¿Por qué?

—Esto está mal —limpió su rostro con las manos.

—No puedo escucharte bien —tragué en seco —. ¿Puedes explicarme que significa todo eso que dijiste?

—Daniel, basta —de pronto levantó la mirada y me observó —. Esto está mal, muy mal.

—¿Es por Sofía? —pregunté aun sabiendo la respuesta. Gaspar solo afirmó con la cabeza —. ¿Entonces porque me preguntaste si estaba bien quedarte a mi lado? —mis manos comenzaron a temblar.

—Puede que no sea el momento adecuado para responder todas esas preguntas —se levantó del suelo y rápidamente lo imité.

—¿Cuándo lo será entonces? —Gaspar me daba la espalda.

—No lo sé —todo es más complejo de lo que te imaginas.

—¿Tan complejo como para fingir que no me conocías? —Gaspar no respondió de inmediato.

—Si —suspiró —. Iré a casa —tomó su chaqueta gris —. Puedes quedarte.

—¿De verdad te vas a ir así? —mis ojos se llenaron de lágrimas. No podía ver qué expresión tenía.

—Lo siento Dan —iba a abrir la puerta, pero se detuvo —. Antes quería decirte que, si las cosas se ponen complicadas con Carol, puedes vivir aquí —caminé hacia él y lo abracé por la espalda.

—¿Por qué incluso hasta el final sigues siendo tan amable conmigo? —apoyé mi frente en su espalda y comencé a llorar —. Quisiera poder malentender tus intenciones.

—Es mejor que tomemos distancia desde ahora —sentí una punzada muy dolorosa en el pecho —. No significa que no podrás contar conmigo cuando lo necesites —se soltó del agarre de mis manos —. No era mi intención hacerte sufrir.

Gaspar dejó las llaves en el mesón de la cocina y se marchó. Aún era de madrugada, pero sentí la necesidad de ir tras él. Me puse rápidamente los zapatos y salí del departamento, tomando el ascensor con prisa. Al llegar a la planta baja, no se veía nadie; corrí y salí del edificio. El cielo aún estaba oscuro, hacía mucho frío y en los alrededores no se veía a nadie. Caminé un poco y luego esperé, esperé y esperé, pero Gaspar jamás apareció.

Decepcionado, subí de nuevo al departamento, pero estaba cerrado; había olvidado tomar las llaves. Me senté en el suelo, abrazando mis rodillas, y lloré en silencio hasta quedarme dormido.

Desperté confundido y con el cuerpo adolorido. Noté que sobre mi espalda reposaba una chaqueta gris. Sabía que era de Gaspar; había vuelto en algún momento, pero, tal como había dicho, mantuvo la distancia. Sentí un pequeño peso en el bolsillo izquierdo de la chaqueta y, al revisarlo, encontré las llaves. Me levanté y entré al departamento para tomar mis cosas y marcharme lo más rápido posible.

El mundo parecía distinto a ayer. El cielo estaba completamente gris, probablemente con pronóstico de lluvia, y el viento era increíblemente frío. Las calles se veían vacías en comparación con otros lunes. Sentía una mezcla de desolación y resignación mientras caminaba por las calles desiertas, intentando encontrar sentido a los eventos de la noche anterior.

Mientras avanzaba, mis pensamientos se volvieron hacia Gaspar. Había vuelto para dejarme su chaqueta y las llaves. No sabía qué significaba para él, pero para mí era una muestra de que, a pesar de todo, se preocupaba.

Después de la noche - Novela BL #LGBTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora