A medida que la tarde iba cayendo lentamente, la luz dorada del atardecer iluminaba el camino hacia la nueva casa de la familia. Dulce, Christopher y Luna se encontraban estacionando frente a la casa, anticipando el comienzo de una nueva etapa en sus vidas. Sin embargo, mientras el resto del mundo parecía envuelto en la tranquilidad del anochecer, dentro de Dulce se libraba una batalla silenciosa, había pasado todo el día con contracciones esporádicas, una señal clara de que el momento de la llegada de Alma podría estar más cerca de lo que habían previsto. A pesar de las oleadas de dolor que la habían acompañado, mantenía un rostro sereno, decidida a no preocupar ni a Christopher ni a Luna con sus propias preocupaciones. Era una madre protectora hasta en los momentos más desafiantes, dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo por el bienestar de su familia.
Los tres entraron juntos a la nueva casa y Luna no pudo contener su emoción al ver el nuevo hogar que ahora compartían. Corrió por todo el lugar con alegría, explorando cada habitación con ojos llenos de asombro y maravilla. Pero fue al llegar al cuarto de la bebé cuando su emoción alcanzó su punto máximo. Al notar que la puerta del cuarto estaba cerrada con llave, Luna miró a Dulce con curiosidad y expectación, sus ojos brillando con la emoción de descubrir el misterio que se ocultaba tras esa puerta. Sin embargo, su petición de las llaves fue recibida con una negativa suave pero firme por parte de Dulce.
- Ese cuarto es especial - explicó Dulce con una sonrisa enigmática, su mirada llena de cariño y complicidad. - Guarda algo muy importante para nosotros: el nombre de tu hermanita, y solo revelaremos ese secreto cuando llegue el momento adecuado, cuando ella nazca y llene nuestras vidas con su luz - Las palabras de Dulce resonaron en la habitación con un aura de misterio y emoción, recordándoles a todos la magia y la belleza del milagro que estaban a punto de experimentar.
A medida que la noche se extendía sobre la nueva casa, una sensación de calma y tranquilidad envolvía a la familia. Para Dulce, la llegada de la noche significaba un respiro bienvenido después de un día agotador. Por fin, había podido descansar completamente, sin rastro alguno de dolor que la perturbara. Las contracciones que habían marcado el día habían disminuido por completo, permitiéndole sumergirse en un profundo sueño reparador. Cada fibra de su ser se entregaba al abrazo reconfortante de Christopher, mientras la fatiga la vencía sin piedad al tocar la suave superficie de la cama.
Mientras tanto, Christopher había anhelado encontrar un momento de intimidad en la oscuridad de la noche. Sin embargo, todos sus intentos fueron visiblemente rechazados por Dulce, quien, con sus ojos cansados, no respondía a sus avances. Aunque su deseo de conexión y cercanía con su pareja seguía latente, entendía la necesidad de ella de descansar después de un día tan difícil. Sin resentimientos ni frustraciones, decidió acompañarla en el silencio de la noche, acariciando con ternura su vientre mientras la observaba dormir plácidamente, dejando que la serenidad del momento también lo envolviera y lo llevara hacia el mundo de los sueños.
Por otro lado, Luna se encontraba sumergida en la felicidad de tener una nueva habitación. La emoción de explorar cada rincón de su amplio dormitorio la había dejado encantada. Dulce se había ocupado de cada detalle, conociendo sus gustos a la perfección y asegurándose de que tuviera todo lo que necesitaba para sentirse cómoda y feliz en su nuevo hogar. Desde los colores de las paredes hasta los pequeños detalles decorativos, todo reflejaba el amor y la dedicación de su madre. Con una sonrisa en los labios y el corazón lleno de gratitud, Luna se dejó llevar por la suavidad de las sábanas y la calidez de su cama. Ni siquiera recordó reclamar el uso de su celular, tan absorta estaba en la sensación reconfortante de estar en su propio espacio que el cansancio se apoderó de ella con suavidad, envolviéndola en un sueño reparador.
La mañana siguiente no tardó en llegar con el repentino despertar de Luna su corazón agitado mientras sus lágrimas y sollozos resonaban en la habitación, llenando el espacio con una atmósfera cargada de angustia y miedo. Con los pies descalzos sobre el frío suelo, Luna se dirigió hacia la habitación de Dulce y Christopher, sintiendo el impulso irrefrenable de buscar consuelo en el abrazo de su madre. El golpeteo ansioso de sus manos contra la puerta resonó en la habitación, acompañado por el temblor de sus manos y el latido acelerado de su corazón. Por un momento, el mundo entero pareció detenerse mientras esperaba una respuesta, y finalmente, la voz preocupada de Dulce la recibió de inmediato. Dulce y Christopher se despertaron, sorprendidos por la presencia de Luna tan temprano en la mañana y por el estado de angustia en el que se encontraba. Sin embargo, no necesitaron más que una mirada entre ellos para entender que algo preocupaba profundamente a su hija. Con un gesto compasivo, Christopher les dio espacio a Luna y a Dulce, reconociendo la importancia de su conexión madre-hija en ese momento de vulnerabilidad. Luna corrió hacia Dulce y se acurrucó a su lado bajo las cálidas sábanas, buscando el refugio reconfortante de sus brazos.
ESTÁS LEYENDO
Nuestro encuentro Imaginario
FanficDulce María se ha convertido en la sombra más triste de los lamentos de Christopher, quien conoce los límites del cielo solo y únicamente cuando se encuentra abrazado a ella, sintiendo su respirar, el aroma de su perfume que solo logra desesperarlo...