Marzo.

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Los claveles de una década llegaron al fin de esas fugaces semanas del último mes de mí año. Esa semana de especiales concursos y razones de vida por demás... Ese 11 de marzo; un año entero fluctuando con su eterna misericordia.

El clima cálido allanaba nuestros mares, aún más con el eterno morfeo que invadía tus bostezos hacía ese cristal.

Con hermosas lunas alrededor de esa belleza, creí por fin que tenía el enorme valor de hablarte... Merlina. Mí amor querido y auténtico esperaban tú mirada, la misma que llegó sin plegarias esa mañana.

Suspiré con ímpetu, necesitaba más que un solidario apretón de manos, necesitaba hacer más que escribir en estas páginas, dónde mi poesía no encontraba más por describir... La única perdición de un sonar, mis latidos preparados para dar un aullido clásico ante la poca multitud de nuestro esplendor.

No necesito más del grafito de mí lápiz... No necesito más de mí libreta.

- Mer... Merlina - tartamudee.

El 11 de marzo de 2004 sería mí día más voluntario ante mí valor, y ante tú enorme mirada sorpresiva.

Las llamaradas de nuestros hallazgos llegaron al límite cuando de ese asiento fuiste demostradora, y con simples pasos encadenados, te presentaste frente al llamado de mi latir. En una cuclilla y en una mirada luminosa, encontraste la manera de abrir esos tiernos labios en mi decencia.

- Aún no te conozco... Y ya te echaba de menos, Enid - mencionó con esa turbia sonrisa anulando cualquier suspiro de menguantes emociones.

- ¿Lo es? - pregunté, dudosa en sinceridad.

- Cada mañana rechazo el directo y elijo este tren, sólo por ver a la rubia de literatura que desencadena miles de suspiros de distancia - respondió.

El bombeo del tono mayor de do resonó en esas palabras tan gratas. Mis sorpresivas insinuaron en aquel toque sobre palmas de la amada negrura amparada ante mis ojos.

Llegamos a un túnel que apago la luz... Y aún sin ello en plena oscuridad, fui capaz de encontrar tú rostro entre tantos alaridos chirriantes; en ellos, encontré un vigor aumentado, en las córneas de tantos ensueños.

El tacto sobre mis barbillas no es desapercibido.

En valentía, lo hice... Me atreví a tomar ese rostro cuadrado y alucinado, llenando mí vigor con ese dulcineo toque sobre mis labios...

Siempre lo anhelé.

- Te quiero - susurró entre miles de sabores.

Mis hoyuelos fueron nombrados y mostrados en tactos numerados, tan emocionantes y llenos de un sinfín de|

[WEDNESDAY] Jueves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora