La Carrera Parte 5

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Cuando mi abuelo, el Emperador Mirren, supo de los levantamientos en las tribus de Marduk y de su figura profetica, se enfureció como nunca lo habíamos visto. Culpó a mi esposo Baldur y a sus sugerencias que le habían convencido a mantener viva a la Gopi. Culpó a todos los que estábamos allí en aquel momento, incluyéndome a mí, porque dijo que yo era una bruja como todas las demás. Y cuando intenté apaciguarlo, diciéndole que todo aquello había ocurrido en base al fanatismo religioso de unos pocos, al cual obedecían incluso los más antiguos gobernantes, me escarneció preguntándome si yo le juzgaba a él como un débil. Comprendí entonces que su cólera no había sido debida a que ina chica se ofreciera como remplazo de su hermano, sino a lo que dicho ofrecimiento implicaba para toda Babilonia.

«En el harem de mi abuelo», por Livia Mirren de Sadoglu.

:—Entiendo por qué huís, pero ¿qué esperáis encontrar en el planeta Jose? Lákshmana y Rama se miraron, nerviosos.

—No estamos muy seguros —había respondido Rama.

—Sólo quedan rocas espaciales —les había dicho Meda—. Todos hemos visto las secuencias.

—Ésa es la cuestión: llevan usando las mismas secuencias desde que se recuerda en la Tribu de Leví —afirmo Rama.

—¿De verdad? —Meda intento recordar las imágenes del planeta Jose que habia visto en televisión.

—Siempre muestran el Templo Principal, ¿verdad? —siguió Rama. Meda asintió, lo ha visto mil veces—. Si observas con atención lo verás, arriba, en la esquina superior de la derecha.

—¿El qué?

Rama le enseño de nuevo su galleta con la mariposa.

—Una Gopi. Se ve un instante, antes de que se aleje. Es siempre la misma.

—En casa creíamos que usan el mismo metraje una y otra vez porque Babilonia no quiere que veamos lo que hay ahora realmente —añadió Lákshmana.

—¿Y en eso os basáis para ir a la Tribu de Jose? —pregunto Meda, gruñendo—. ¿En la imagen de una mariposa? ¿Creéis que vais a encontrar una especie de ciudad nueva en un planeta destruido con personas paseando por las calles? ¿Y a Babilonia le parecería bien?

—No —afirmo Rama con fervor—. Creemos que la gente se escondió bajo tierra en los asteroides cuando destruyeron el planeta. Creemos que han conseguido sobrevivir y que Babilonia los deja en paz porque, antes de la Titano maquia, la principal industria de la Tribu de Jose era el desarrollo nuclear.

A Meda le vuelve a latir el corazón muy deprisa con tan solo recordar la conversación que tuvo con Rama y Lákshmana. ¿Y si tienen razón? ¿Podría ser cierto? ¿Podría haber un lugar al que huir además del espacio? ¿Un lugar seguro? Si existe una comunidad en la Tribu de Jose, ¿sería mejor ir allí, donde podría hacer algo, en vez de esperar aquí a que la maten? Sin embargo..., si hay gente en la Tribu de Jose, gente con armas poderosas...

—¿Y por qué no nos han ayudado? —había preguntado Meda, enfadada—. Si es verdad, ¿por qué nos dejan vivir así, con el hambre, los asesinatos y la carrera? —De repente sintio odio por esa ciudad subterránea imaginaria y por los que se esconden allí, viendo cómo ellos mueren. No son mejores que Babilonia.

—No lo sabemos —susurro Lákshmana—. Ahora mismo sólo nos aferramos a la esperanza de que existan.

Después de aquella conversación, de el ala de la gopi en la tele holograma a Meda le cuesta mucho quedarse tumbada en la cama sin hacer nada. Quiere moverse, descubrir más sobre el Tribu de Jose o ayudar a la causa contra Babilonia. Sin embargo, tiene que seguir sentada atiborrándose de panecillos de queso y viendo a Amin ensayar.

La carrera de la muerte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora