❛ 𝐒𝐄𝐍̃𝐎𝐑𝐀 𝐊𝐈𝐁𝐔𝐓𝐒𝐔𝐉𝐈 ┊𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 𝐱 𝐎𝐜 › +𝟏𝟖.

Amor

¿Amor? ¿Muzan podría saber lo que era el amor?
Amaba ser fuerte, amaba la vida y la idea de que esta sea eterna. Amaba el control que podía ejercer sobre los más débiles, ¿amaba a Natalie?

Sus ojos viajaron por los rizos que ahora yacían esparcidos por su propio pecho, eran tan hermosos y llamativos como el mismo fuego, y cuando estaban en movimiento.. bellísimos. Amaba su cabello.

No pudo evitar detallar su rostro, especialmente en sus labios, eran rosados naturalmente y carnosos, le gustaba el como se sentían sobre los suyos; amaba sus labios.

Una de sus manos se posó sobre su espalda, sintiendo lo cálido que era su cuerpo, su humanidad.. Amaba la humanidad de Natalie, el calor que sentía cuando ella se le acercaba, cuando se unían de esa forma, amaba el sonrojo que aparecía en sus mejillas cada vez que sus miradas se cruzaban.

La amaba, y era por eso que no podía ser egoísta.

¿Debía convertirla en un demonio? No, claro que no debía, no podía arrebatarle la humanidad que él tanto amaba, pero, ¿eso sería un acto de amor o de egoísmo?

Ella quería ser un demonio, negarle eso sería no respetarla, sí, Muzan amaba su humanidad y ese calor que emanaba su cuerpo, pero, ¿podría vivir sin ella?

No, claro que no. Por eso debió conquistar el sol, ahora más que nunca deseaba eso, quería vivir, pero no solo por él, si no también por su mujer. Una vida tranquila a su lado, eso era lo único que ahora deseaba con todo su corazón.

¿Debía hacer algún tipo de tregua con Kagaya?

Era estúpido, incluso arriesgado. Pero, aún así lo consideraba. Podría eliminar a todos sus sirvientes y... No, eso lo retrasaría, eso sería imposible.

Tenía que apresurarse, tenía que ganar.

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La luna estaba en su punto más alto, aún en silencio, atormentaba la mente de Tanjiro.

Él no sabía porque se sentía tan responsable de esa mujer, aquella que lo recibió con tanto agradecimiento en su morada, su olor desprendía bondad pura. Era un ser que debía ser protegido, y él la perdió..

Se reprendió mentalmente mientras seguía su camino, apenas terminaba una misión y no podía creer que nadie se preocupara por la señorita Natalie, estaba siendo privada de su libertad por un demonio infernal que asesinaba a quien se interpusiera en su camino, simplemente un ser despreciable.

No podía rendirse así como si nada. Debía vencer a Muzan Kibutsuji.

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Los ojos de Natalie se abrieron con pereza, para su sorpresa, Muzan aún seguía a su lado, era la primera noche en la que él se quedaba con ella.

— ¿Dormiste? — Preguntó ella en un tono suave que acarició los oídos del mayor.

— En realidad no. — Respondió mientras cerraba por unos segundos sus ojos. — ¿Sabes algo?

Natalie alzó la mirada, esperando alguna otra palabra, parecía que el mayor quería contarle algo, así que se recostó sobre su pecho ahora sin mirarlo, solo dejando pequeñas caricias sobre su blanco cuerpo.

— Hace apenas un tiempo, llevaba años buscando la inmunidad al sol, quería conquistarlo y con eso eliminar a cualquier ser que se opusiera a mi voluntad. — Hizo una pequeña pausa para escuchar alguna queja, sin embargo esta no llegó, y las caricias que la pelirroja aún dejaba sobre su pecho lo animaron a seguir. — Soy un demonio, Natalie.

— Eso ya..

— No lo entiendes. — La interrumpió. — He dañado a personas que no lo merecían, he asesinado y nunca me he arrepentido por ello, soy un verdadero demonio. Y tú no deberías estar a mi lado.

La pelirroja frunció el ceño, y cuando estuvo a punto de objetar, Muzan nuevamente habló.

— Pero te amo. — Sus palabras fueron como un hermoso rayo de luz para la menor. — Ni siquiera soy digno de hacerlo, pero lo hago. Y haría cualquier cosa por ti, mi reina.

Natalie estaba perdidamente enamorada del rey de los demonios, y estaba más que dispuesta a reinar a su lado.

Sin decir algo más, se reincorporó un poco para acercarse a besar a su amado, quien la recibió gustoso. No sabían exactamente lo que les deparaba el destino, pero estarían juntos de cualquier forma.

" Mi señor... " La voz de Kokushibo llenó la cabeza de Muzan de rabia, sin embargo sus próximas palabras lo harían enloquecer.

" Tenemos la ubicación de la casa Ubuyashiki. "