5. La llegada a Hogwarts

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El tren se detuvó en la estación, tú, Ron y Harry se levantarón y se abrieron paso entre la multitud de estudiantes, mientras que el gigante Hagrid también se abría paso entre las personas.

―¡Todos los alumnos de primer año vengan conmigo!―gritó―. ¡Deprisa!

Las piernas de temblaban y el estómago se te hacía un revoltijo ¡Estabas que estallabas de la emoción!, inhalaste profundamente y aguardaste la calma, ya abría momento para estar eufórica después. Pero ahora ¡Había que seguir en marcha!

Sostuviste la mano de Harry, la envolviste y la estrujaste entre tus dedos en un intento de controlar tus nervios-emoción, Harry chilló y apartó el agarre inmediatamente.

―Tranquila, no te va a pasar nada ¿De acuerdo?―dijo.

―¡Sí, lo sé, lo sé! ¡Lo siento!―respondíste más calmada.

Respiraste profundamente y avanzaste detrás de todos, Hagrid los llevó hasta un muelle y los hizo subirse a botes, tú subiste con Harry y Ron, y alcanzaron a visualizar un gigantesco castillo a la distancia. Era precioso, un palacio en su totalidad, un imponente edificio de piedra con torres altas y ventanas enrejadas.

Finalmente, accedieron dentro, parecía tener interminables pasillos, llegaron hacía un sitio en las escaleras.
Viste como todos cuchicheaban alrededor, un niño rubio, de cabello cepillado excesivamente hacía atrás, de ojos grises y aspecto muy agraciado se acercaba a pasos lentos hacía tí y Harry. Tú corazón dio un fuerte brincó y se acelero descumunalmente. Tús mejillas ardieron.

Tús piernas se debilitaron abruptamente, tús ojos se clavaron hacía él, parecía tú mayor avistamiento jamás visto nunca, tú estómago ormigeó fuertemente y tú corazón latía como un maníaco, colocaste tús manos en tú estómago para intentar calmarlo, pero era inútil, era simplemente perfecto, ese chico te había atrapado en sus embrujos tan malditamente encantadores y ni siquiera te había dirigido la palabra.

Harry notó esto y con algo de hostilidad volteó su mirada hacía el chico. Definitivamente no parecía agradarle la idea de lo que el chico ocasionaba en tí.
Agarró tú mano con algo de nervios.

―¿Adeline, te sucede algo?―preguntó Ron al ver a Harry mirar mal al chico al que tú observabas tan detenidamente.

El chico rubio siguió su camino hasta llegar hacía ustedes.

―Así que es verdad lo que decían en el tren―alzó la voz el niño capturando la atención de todos los presentes―. Harry y Adeline Potter han venido a Hogwarts.

Todos alrededor empezaron a cuchichear más fuerte.

―Oh Dios―pensaste―. Sabe quién soy, sabe quién soy, ¡Sabe quién soy!

Sonreíste inconscientemente, y Harry y Ron fijaron su atención en él.

―Él es Crabbe y él es Goyle. Y yo soy Malfoy―dijo él rubio mientras apuntaba hacía dos de sus acompañantes detrás de él, se acercó más hasta quedar un escalón más alto que tú y cercano a tú rostro, embozó una sonrisa leve―. Draco Malfoy.

Draco Malfoy.

Una risa de Ron se hizo presente al momento de oír el nombre.

―¿Mi nombre es divertido para tí?―espetó Draco con hostilidad―. Yo no tengo por qué preguntar el tuyo. Pelirojo y túnica de segunda mano. Tú debes ser un Weasley.

Tú sonrisa se borró en un estridente.
La mirada de Ron se volvió una mezcla entre seriedad y tristeza. Draco volvió a enfocarse en tí y en Harry.

―Como verán, algunas familias de magos son mejores que otras, Potters, no les recomiendo amistarse con los equivocados. Pero yo puedo ayudar con eso.

Draco extendió su mano ante tí y Harry.

―No deberías de decir esas cosas―respondíste.

La mirada de Draco se volvió confusa.

―Ninguna familia de magos se merece que digan cosas horribles de ella. Sin importar que tengan el cabello rojo o usen túnicas que no son nuevas―dijiste―. A tí no te gustaría que se burlasen de tú familia. Tampoco te burles de otras.

La sonrisa de Draco se esfumó y tú te apartaste.

―Creo que pudimos distinguir perfectamente a los equivocados. Gracias―acompletó Harry con una mirada hostil.

Draco parecía apunto de decir algo, pero una mujer de aspecto severo se paro detrás y le hizo un gesto para que se apartara, Draco te dio un último vistazo, parecía triste y confundido, tú aún sentías el ormigeó en tú estómago, pero se había vuelto tenué y deprimente, no era fuerte y poderoso como antes.

Tú corazón le rogó piedad al chico, así que le lanzaste una sonrisa dulce, los ojos del chico seguían posados en tí, se intercambiaron miradas, sus ojos estaban fijos el uno al otro. Y entonces el devolvió la sonrisa y simplemente se fue.

Harry contempló la escena disgustado. Ron solo observaba algo sorprendido.

La mujer de aspecto severo atrajo la atención de inmediato.

―¡Presten atención!―gritó―. Durante el tiempo que ustedes estén aquí pertenecerán a una casa, esta será como su familia. Están Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Ha llegado el momento.

Accedieron a un enorme pasillo lleno de mesas grandes llenas de niños, tú estabas muy emocionada, ibas junto a Harry y Ron.

―El cielo no es real. Esta hechizado para que parezca el cielo nocturno―mencionó Hermione―. Lo sé por que leí la historia de Hogwarts.

Volteaste a verla con curiosidad, hasta que derrepente sentíste como unos ojos se clavaron en tí como alfileres, seguían todos tus movimientos, volteaste hasta dónde sentías proviniente aquella mirada espectante.

Un hombre de cabello largo y grasiento, túnica negra e igualmente un aspecto bastante severo, te seguía atentamente con la mirada, al percatarse de que lo veías, apartó la mirada, tú también hiciste lo mismo. Pero tan solo unos segundos después de que dejases de verlo, volvío a seguirte observando atentamente.

Se detuvieron. El profesor Dumbledore dió un par de anuncios, la profesora Mcgonagall dijo que cuando dijiese sus nombre pasarán a ponerse el sombrero para que eligiera su casa. Primero pasó Hermione, fue Gryffindor, seguido de ella Draco, fue Slytherin, siguieron más, Ron, fue Gryffindor, y finalmente llegó el turno de Harry, quién también fue Gryffindor. Era tú turno, pasate hacía el asiento para que te colocasen el sombrero seleccionador. Ibas muy convencida de que serías una Gryffindor, Harry fue un Gryffindor, tú y él estaban casi siempre conectados en todo lo que hacían o en lo que participaban, lo más probable es que tú también fueses una Gryffindor junto con él. Eso era lo que deseabas.

Te sentaste en el asiento, el hombre de la tarjeta de la rana de chocolate, el profesor Dumbledore, se alzó más del asiento y te observó con atención, todos profesores lo hicieron, te observaron atentamente, en especial el del cabello grasiento. Mcgonagall colocó finalmente el gorro sobre tú cabeza.

―Mmm, te reconozco, eres parecida a él chico de hace unos momentos―dijo―. Pareces que eres inteligente, muy capaz, muy valiente, estrategíca en todo su esplendor. Serías capaz de sacrificarte por tus amigos. Hacer cualquier cosa por los que te importan, sin importar que sea. Estarías bien en Ravenclaw o en Slytherin.

Tú gesto cambio completamente, tús labios se sellaron.

―Pero parace también gustarte la diversión, también eres noble, Gryffindor y Hufflepuff quizás también serían adecuadas para tí, aunque, harías cosas grandes...Tú intelecto... Ya se en dónde te pondré―dijo con suspenso.

Los ojos de todos se clavaron en tí. Los segundos se hicieron eternos. Hasta que derrepente. El gorro habló:

―¡Slytherin!

Tú sonrisa se consumió, todos celebraban, tú estabas a punto de llorar.
Dumbledore te observaba con confianza. Harry con tristeza.

No pudiste más.

―¡Harry!

Draco Y Lectora [Draco X T/N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora