01: sentimientos que brotan.

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Endo nunca había sentido algo así en su vida, probablemente porque la primera vez que experimentó una situación similar fue cuando apenas era un niño, las sensaciones no eran las mismas. Las llamas lo envolvían, provocando que su alma inanimada pudiera volver sentirse viva.

La más exquisita mezcla de emociones. Sus papilas gustativas estaban acumulando una sangre demasiado dulce, la cercanía de sus rostros imprudente, muy cerca. Ese sería el momento, no habría otra oportunidad como esa en un futuro.

La punta de sus narices rozó cuando Sakura fue acorralado en el suelo por sus fuertes brazos, le doblaba el tamaño, la destreza, y quizás la convicción. Se sentía imparable, pero en ese momento despertó.

—Mierda, de nuevo...

Su frente estaba empapada, trató de respirar profundo por un momento y analizar el sitio en el que se encontraba, con el corazón latiendo a mil por segundo. Entonces bajó un poco la mirada y se dio cuenta del pequeño gran problema que ese sueño había provocado. Tomó los cabellos de su frente y los llevó atrás, mordiendo su labio a la par que se quitaba la sábana de encima. Caminó hacia el balcón de su habitación, encendiendo un cigarro que se llevó a los labios con lentitud.

La luna iluminó su rostro pincelado por sus gruesos mechones de pelo, los cuales caían por todas partes, alborotados, vívidos y enrulados. La bata se le había resbalado un poco del hombro, provocando que los tatuajes en su piel tomaran papel protagonico ante tal vista.

Cuando la batalla entre ambas pandillas terminó, los bandos empezaron a dispersarse junto con sus líderes. Había acabado. Los inquilinos indeseados debían irse de la ciudad, pero mientras Takiishi se daba media vuelta y la pandilla lo seguía, Endo sintió que sus pies estaban pegados al suelo, embelesado en la mirada bicolor de Sakura, quien le atravesó los sentidos con una expresión que no supo descifrar. Endo notó la vulnerabilidad, el deseo de algo indescifrable que no sabía cómo interpretar. Tal vez Sakura sentía lástima por él.

Tal vez estaba empezando a verlo como alguien inferior a él, así como lo había hecho Chika todo este tiempo. Fue entonces cuando Endo lo deseó incluso más, no sabía qué quería de él con exactitud, pero algo de lo que estaba seguro era de que no quería alejarse, quería merodear como un perro fiel a su alrededor todo el tiempo que le fuera posible. Estaba esa asfixiante necesidad creciendo como un semilla implantada en su interior, pero que con el pasar de los días, lo único que había hecho era agrandarse.

Había pasado un mes desde aquel suceso.

Le dio otra calada a su cigarro, perdiéndose en sus pensamientos.

De haber sabido que pasaría tanto tiempo antes de poder volver a verlo, tal vez lo hubiese llevado consigo a al fuerza. Sonrió ante ese retorcido pensamiento, suspirando después. Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y le dio otra calada al cigarro.

4:45am.

Sería mejor si volviera a la cama, aunque le resultase casi imposible apagar su mente. Botó la colilla por la baranda y se tiró sobre el colchón. Todo estaba a oscuras. Intentó conciliar el sueño, recordando a última instancia que el día de mañana, se presentaría en el territorio de Furin a petición del mismo Umemiya.

Observó el techo en silencio, cuando de pronto una mano se posó sobre él, apretando con fuerza, como si de un oso se tratase. Takiishi estaba profundamente dormido, así que era completamente involuntario lo que hiciera en aquel estado. Acarició su cabeza con suavidad, pero entonces el abrazo se intensificó y sintió que se le iba el aire.

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⏰ Última actualización: Nov 15 ⏰

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prendado | endosakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora