¿Comenzaba la lucha?

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Lo primero, quiero pedir disculpas por todo el tiempo que he estado ausente, estos dos años han sido bastantes difíciles para mí, bachillerato, universidad, se me ha hecho todo eterno, me ponía a escribir y las palabras no salían, espero que podáis perdonarme por haber perdido la inspiración, pero ya estoy de vuelta, y ahora sí que no voy a parar hasta terminar con esta historia porque todos vosotros os lo merecéis.

¡Un saludo!

Pd: Me reitero, mil perdones :(

Pd2: ¡Este capítulo es más largo para que podáis disfrutar más!

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Quirófano.

Mario había dicho que esa era una buena noticia, ¿no? Que iba a poder recuperarme, pero ¿por qué quirófano?

De pronto, me encontraba en un hospital, en medio de una camilla con una bata desabrochada y llena de sangre.

¿¡Sangre!?

¿Qué estaba sucediendo? ¿Qué me estaba pasando?

Miré alrededor buscando el lugar del que provenía toda esa cantidad de líquido rojo, miré, miré y miré, pero no fui capaz de encontrar su procedencia.

Una ráfaga de viento me atacó de pronto haciéndome cerrar los ojos por la fuerza que este traía, no podía mantenerlos abiertos. Cuando por fin cesó, me di cuenta de que se había llevado una sábana que me cubría parte del cuerpo, que hasta ahora no había reparado en ella.

Era verde con un recorte en forma de cuadrado en el centro, y alrededor de este, una gran mancha de sangre, ¿por qué había tanta?

Giré la cabeza en dirección al lugar en el que estaba situada momentos antes y lo vi.

Vi el horror.

Mi peor pesadilla.

Mi brazo había desaparecido.

Había perdido el brazo, ¿dónde estaba mi brazo? ¿Qué broma macabra se suponía que era esta?

-Oye... ¿Alguien me puede explicar qué es lo que está pasando? -Intentaba hablar, pero mi voz solo era un pequeño susurro.

Horror, oscuridad, miedo, tenía mucho miedo. Chillaba, lloraba y volvía a chillar, pero nadie venía, nadie podía escucharme.

Socorro...

Socorro...

¡SOCORRO!

Me agarré el lugar donde se suponía que se debía mi brazo y logré apreciar que todavía seguía sangrando.

Bajé corriendo de la camilla y cogí la sábana que se había caído y la presioné contra la herida abierta muy fuerte para que la hemorragia se frenase.

¿Por qué a mí?

Mis rodillas se encontraron con el suelo, provocando un golpe sordo, no podía sostenerme de pie, todo se me venía encima, notaba como si el suelo se abriese debajo de mí y me absorbiera, estaba desconcertada, perdida...

Solo podía llorar, llorar y chillar.

Intenté salir de la sala en la que me encontraba. Me acerqué a rastras a la puerta, pero estaba cerrada, no podía romper esa puerta de metal.

¿Qué iba a hacer?

Las lágrimas seguían corriendo por mi rostro. Desesperada, adolorida y con menos de la mitad de sangre en mi cuerpo era mi fin, no sobreviviría. Me tumbé en el suelo y cerré los ojos, hasta que un pinchazo en el hombro me hizo chillar de nuevo.

¿El deporte lleva al amor? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora