Capítulo 36

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—¿Se terminó, entonces?

Minji levantó la vista del libro que estaba leyendo, encontrándose con la triste mirada de Hanni.

Se encogió de hombros, tratando de quitarle importancia a pesar de que se sentía morir un poquito más con el pasar de los días.

Había pasado una semana desde que vio por última vez a Haerin.

—No teníamos un futuro juntas —dijo sin convicción—. Hae quería algo que...

Antes de poder terminar de hablar, Hanni la empujó con brusquedad.

—Ustedes y su maldito orgullo —dijo enojada—, algún día eso les va a pasar la cuenta por completo.

—No sé de qué estás...

Hanni volvió a empujarla, arrugando los labios, frunciendo el ceño, con expresión irritada y llena de molestia.

—Cállate, ¡sólo cállate! —Minji obedeció, nunca antes había visto a Hanni tan molesta con ella—. ¡Me vuelve loca pensar que ustedes... que ustedes estén dejando ir algo tan lindo sólo por su maldito orgullo! ¡Haerin te mintió, sí, ¿y qué?! ¡Te sigue amando! ¡Esa maldita idiota te sigue amando y tú igual la amas!

—¡Las cosas no son fáciles, Hanni! —protestó Minji.

—¡Claro que lo son, sólo que ustedes las hacen difíciles!

—¡Tú no has perdonado a Hyein!

—¡No puedes comparar una mentirita con un engaño, Minji!

—¡No fue sólo una mentirita! ¡Haerin me mintió, me utilizó! —Minji hizo un gesto de dolor—. Me ha tratado como si fuera una mierda.

Hanni se quedó en silencio, y por un momento, Minji creyó que se había ido. Sin embargo, luego de unos segundos, Pham se sentó a su lado, suspirando.

—Podríamos ir a una cita doble —dijo de pronto la bajita con expresión enfurruñada.

Minji la miró, confusa.

—¿Qué?

—Lucía y yo —Hanni la señaló, pensativa—. Lucía me dijo que tenía una amiga, se llamaba... Algo con M... Creo que me ha dicho María...

—¡HANNI!

***

Minji se sentó tras el escritorio con una expresión indiferente, chocando con la mirada de su jefe de carrera, quien terminaba de revisar un montón de papeles. El delegado de la carrera le había comunicado que el profesor quería hablar con ella, por lo que no podía negarse a eso. Aunque no sabía qué demonios quería, después de todo, entre ellos no existió nunca más que un trato cordial.

—¿Cómo has estado, Minji? —preguntó el profesor Kwon sonriéndole amablemente.

Bueno, ya sabe, mi novia y yo terminamos definitivamente, me he metido en peleas, me siento como si no fuera más que una rata miserable, lo normal.

—Bien —contestó sin cambiar su expresión—. Disculpe, pero ¿por qué me llamaba? Ya sabe, tengo un par de cosas qué hacer —como llegar a mi casa, acostarme y hundirme en mi miseria.

—Sí, no te preocupes, sólo tengo que darte una buena noticia —el profesor Kwon la observó, extendiéndole un papel—. Mira, llegó esto hoy.

Minji tomó el papel, comenzando a leerlo.

A medida que sus ojos seguían bajando, sus ojos se iban agrandando lentamente.

Al llegar al final, levantó la mirada con expresión atónita.

—¿Una... una beca...?

—En Estados Unidos, sí —terminó de decir el profesor sin perder esa sonrisa—. Con tus notas perfectas y tus increíbles trabajos... Bueno, nos dieron una lista de cupos y puse tus datos para ver si quedabas. Felicitaciones, Kim Minji.

—Yo...

Minji seguía un poco aturdida, sin saber cómo reaccionar a lo que estaba pasando. Ganarse una beca nunca había estado en sus planes, por lo que lo que le estaba ofreciendo ahora ponía todo patas arriba.

Sin embargo... sin embargo, era claramente una oportunidad que no podía desperdiciar.

—Te estarías yendo el siguiente semestre, luego de año nuevo —prosiguió el profesor Kwon ante su silencio—, por lo que todavía tienes más de un mes para organizar todo. Lo bueno es que es una beca completa, te darán un dormitorio en el campus además de dinero para que puedas mantenerte. ¿No es genial, Minji?

—Sí...

Entonces, el breve pensamiento de Haerin pasó por su cabeza.

Marcharse, dejar las cosas como estaban, sanar todo el daño que tenía en su corazón.

Nunca más ver a Haerin.

Mordió su labio inferior.

—¿Puedo pensarlo? —preguntó con suavidad.

El profesor Kwon no perdió su sonrisa, sin embargo, notó como sus ojos se apagaban un poco.

—Claro que sí —respondió moviendo su mano, queriendo quitarle peso al asunto—. Puedes pensarlo todo el fin de semana, pero necesito una respuesta el lunes en la mañana a más tardar para comenzar con todo el papeleo —el mayor suspiró, borrando su sonrisa—. Piensa bien las cosas, Minji, estas oportunidades no se dan dos veces en la vida.

Minji asintió, teniendo claro eso.

Y sabiendo también lo que pasaría si decidía marcharse sin mirar atrás, y a quien tendría que dejar en el olvido si se iba.

Y sabiendo también lo que pasaría si decidía marcharse sin mirar atrás, y a quien tendría que dejar en el olvido si se iba

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