Capítulo 40

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—Watching in slow motion as you turn around and say take my breath aaaaaaaaaaawaaaaaaay-

—Jinnie, mi amor, ¿podrías dejar de cantar?

—¡Es un clásico, princesa!

—Me estás rompiendo el oído.

—Grosera.

Chaewon le sonrió a Yunjin, rodando los ojos, para luego darle un pequeño beso que la iba a tener contenta por el resto del día y, de seguro, haría que no siguiera cantando.

—¡TAKEEEE MY BREATH AWAAAAAAAAAAAAY!

O tal vez no.

En ese momento, Hanni llegó corriendo donde ellas, sonriendo, mientras una tiesa Hyein le seguía haciendo una mueca con cada paso.

—¡Hyein, apúrate! —le gritó Hanni de forma malvada.

Lee murmuró algo inentendible en voz baja en tanto Yunjin y Chaewon comenzaban a reírse al notar el por qué su amiga estaba caminando así.

Minutos después, Minji y Danielle aparecieron con expresiones de sueño, pero la australiana pareció perder todo cansancio cuando se acercó a hablar con Hanni y Hyein. Por otro lado, Minji bostezó y se apoyó en Yunjin.

—¿Ya vamos? —preguntó mirando hacia la entrada del parque de diversiones.

—Sí, sólo hay que esperar a Haerin —comentó Chaewon.

Minji asintió, tratando de no lucir un poco afectada por la mención de su exnovia. Después de todo, las cosas entre ellas estaban supuestamente bien, así que no tenía motivos para reaccionar así.

—¿Seguimos teniendo prohibido decirle a Haerin de que te vas? —preguntó de pronto Hanni, llamando la atención de todas.

Minji apretó sus labios en una fina línea por un momento.

—Sí —respondió desviando la vista—. Yo me encargaré de decírselo.

Hyein bufó.

—No me gusta mentirle a mi mejor ami-

—¡Chicas!

Afortunadamente, Hyein dejó de hablar cuando Haerin apareció con una sonrisa pequeña.

Y detrás de ella venía otra chica.

Todas miraron a Minji, que seguía con el rostro impasible aunque por dentro algo dolía.

—Lamento la tardanza —dijo sonriendo en modo de disculpa—. Les presento a Sunan... una amiga.

La recién llegada miró a todo el mundo con timidez, saludando en voz baja. Las chicas le devolvieron el saludo respetuosamente, tratando de no fijarse demasiado en el aspecto de Minji, que se veía más indiferente y ajena al resto que nunca.

—Pueden decirme Sun —dijo Sunan tomando el brazo de Haerin.

—Vamos —Haerin le tomó la mano, arrastrándola hacia las boleterías—, podemos subirnos al juego que quieras.

—¿De verdad, Rin? —preguntó Sunan.

Minji apretó su mandíbula, sin poder dejar de observar las manos de Haerin y Sun. Mientras el resto se adelantaba, agarró a Hyein del cuello de la camisa y tiró de ella.

—¡Ay, Minji, cuidado que me duele el culo! —se quejó la más alta frunciendo el ceño.

—¿Haerin nunca te mencionó a esta chica? —le preguntó con la voz helada.

Hyein la miró con un poco de mofa.

—¿Celosa? —se burló.

—Ya quisieras.

La sonrisa desapareció del rostro de Hyein, fijando sus ojos en Haerin y Sunan, que estaban comprando algodones de azúcar. Hae le estaba diciendo algo a Sun, que se reía en voz baja, con las mejillas un poco coloradas.

—No, no la había mencionado antes. Digo... no he hablado mucho con Hae estas dos semanas, estaba muy ocupada por algo que no me quiso decir —Hyein miró a Minji con simpatía—. No te preocupes, Minji, no creo que ellas dos tengan mucho futuro.

—No me importa —mintió Minji cruzándose de brazos—. Haerin puede hacer lo que quiera con su vida.

Siempre y cuando yo esté en ella, pensó ahogando los celos en su interior.

—¿Podemos subirnos a ese juego, Rinnie? —preguntó de pronto Sunan apuntando a la montaña rusa recién estrenada.

Todas pudieron ver como Haerin palidecía y empezaba a balbucear cosas.

—¿No prefieres ese, Sun? —dijo Haerin apuntando a un juego de patitos.

Sunan frunció el ceño, confundida.

—Pero ese es aburrido... —dijo sin mala intención—, pero si tú quieres, entonces...

—¡Está bien! —chilló la castaña de pronto, pellizcándole la mejilla a Sunan—. Vamos a la montaña rusa.

El rostro de Sun se iluminó y la abrazó, riendo.

—¡Gracias, gracias, Rinnie!

Minji quería matar a esa mocosa que estaba abrazando a su chica.

Fueron a hacer la fila para la montaña rusa y toda la atención de Haerin estaba sobre Sunan, que parecía estar hablándole sobre sus clases o algo que definitivamente no le importaba a Minji, quien sólo miraba a Haerin queriendo llamar su atención, que fijara sus ojos en ella y en nadie más.

Por supuesto, lo logró pero no de la forma que deseaba.

Porque luego de subir a la montaña rusa y bajarse, Haerin salió llorando debido al miedo enorme que sintió por la velocidad y los bruscos movimientos del juego. Sunan parecía totalmente mortificada por ello, tratando de sostenerla y consolarla, pero Minji no lo soportó más y se acercó a ellas con furia mal contenida.

—¡¿Cómo se te ocurre hacer que se suba a ese juego?! —le gritó sin poder controlarse, asustando a Sunan—. ¡Rinnie le tiene miedo a casi todo!

Bueno, quizás no debía decir eso, pero no podía evitarlo.

—Yo... yo...

—¡¿Qué clase de cita quieres tener con Hae?! —siguió gritando Minji atrayendo a la castaña contra sí, dándole un abrazo—. ¡Eres como la peor novia del mundo, idiota!

Sunan la miró, confundida, con expresión de miedo, y Haerin se alejó de Minji, parpadeando con sorpresa.

—¿Novia? —Haerin miró a Sunan—. Sun no es mi novia ni mi cita...

¿Qué?

—¿Qué? —preguntó Minji mirándola, atónita.

Haerin se removió, incómoda.

—Sun es... es mi media hermana —dijo con voz tímida—. Mamá quería que la conociera.

Oh.

Bueno, eso era incómodo.

Bueno, eso era incómodo

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