Kim Minji odia las cosas del amor, y sobre todo, las novias. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargada, así que decide "alquilar" a una chica con una preciosa sonrisa, Kang Haerin, para que sea la novia de...
—¿Qué estás buscando específicamente, Minji? —preguntó Yunjin con expresión irritada.
—Un regalo —murmuró observando una vitrina.
—Oh, gracias, no me lo había imaginado —Yunjin bufó, rodando los ojos—. Para quién, Minji.
La azabache suspiró, negando con la cabeza.
—Para Hae, me invitó a almorzar con su familia el veinticuatro, y sé que no me dijo que debía llevarle un regalo, pero aun así quiero...
—Minji.
Se giró a mirar a su amiga, que le dirigía una mirada extraña, para luego arrugar un poco el entrecejo.
—¿Cuándo le dirás a Haerin que te vas? —le preguntó finalmente, comenzando a caminar otra vez.
Minji acarició su nuca sin mirar a los ojos a Yunjin, fijándose en todas las vitrinas del centro comercial en el que estaban, sin encontrar algo que le agradara totalmente para regalarle a Haerin.
—Pronto —masculló como si nada.
Pero para Huh esa respuesta no fue suficiente, que volvió a tomarla del brazo para detenerla.
—Necesito una fecha —Yunjin dejó salir un bufido—. No te lo he dicho porque no quiero alterarte, pero Chaewon está un poco inquieta por esto, y sé que también Hanni, Danielle y Hyein se están conteniendo para no contarle a Haerin...
—Ellas no tienen por qué meterse —dijo Minji groseramente—, esto es entre Haerin y yo, así que por favor, te agradecería si les dices que no se inmiscuyan entre nosotras —Yunjin seguía mirándola, por lo que volvió a suspirar—. Le diré en navidad, ¿contenta?
—Sí.
Siguieron caminando sin decir algo más, el ambiente un poco tenso entre ellas, y Minji se detuvo ante una joyería, viendo con ojos curiosos la vitrina.
Al parecer ya había encontrado su regalo.
—¡Yujuuuuuuuuuuuuuu!
Pero tendría que buscarlo en otro momento, porque en ese instante se encontraron con Chaewon y Haerin.
***
—¡No se te ocurra abandonarme esta noche, Kim Minji! —gritó su mamá cuando iba saliendo de casa.
—¡Ya sé, ya sé, no te pongas histérica!
—¡¿A quién le dices histérica, mocosa de...?!
Antes de recibir la chancla que su mamá le lanzó, cerró la puerta de la entrada y se apuró en alejarse de allí porque conocía muy bien a su madre como para saber que era capaz de perseguirla por cuadras sólo para golpearla.
Rodó los ojos, comenzando a caminar hacia la casa de Haerin, y soltó un bufido al notar el frío colándose por entre sus ropas. Si no quisiera tanto a la chica, de seguro se habría quedado hecha una bola entre sus mantas para luego cenar con su madre en pijama e irse a dormir otra vez.
Haerin, tienes que saber que te quiero, pero... pero me ofrecieron una beca fuera del país y la acepté porque es una gran oportunidad para mí.
No, eso sonaba demasiado frío.
Hey, Rinnie, me vi en la obligación de aceptar una beca para estudiar en Estados Unidos, pero eso no significa que no te quiera, es más, si me esperas un año...
Demasiado... esperanzador.
Oye, Hae, soy una asesina serial y resulta que me encontraron. Para que no me capturen voy a tener que huir a Estados Unidos, pero sé que nuestro amor es tan fuerte que nos volveremos a reencontrar en cinco años más, cuando todo esté mejor.
Sí, claro, como si Haerin fuera a creerle eso.
Antes de darse cuenta, ya estaba frente a la casa de la menor, y decidiendo que lo mejor sería dejar que todo fluya, tocó la puerta.
Sunan abrió, quien borró su sonrisa al ver a Minji.
—Hola, Sun, ¿cómo estás? —preguntó tratando de verse simpática y amable.
—¡HAERIN, TU NOVIA LA AMARGADA ESTÁ AFUERA! —gritó Sunan hacia dentro para luego sonreírse con maldad—. Anda, pasa, te estábamos esperando.
¿Por qué sentía que eso fue como una sentencia de muerte?
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