Una chica, de unos veinte años aproximadamente, estaba dando a luz en un hospital desierto. Su bebé nace, pero, muerto. Como no lo escucha llorar, la muchacha pregunta qué le pasa. Le responden que murió.
Una enfermera lleva el bebé a la morgue del hospital. Lo deja allí y se va. El bebé, repentinamente, abre los ojos. Son completamente negros.
De la nada, el bebé se levanta. Comienza a correr por los pasillos del hospital para encontrar a su madre.
La encuentra dormida en su habitación. El bebé se acerca a la camilla y coge una jeringa de un estante. La madre, desorientada por los sedantes que le habían proporcionado, despierta. Observa a su bebé, que parece estar mirándole fijamente.
El bebé alarga su pequeño brazo. Quiere inyectar una sustancia venenosa a su madre. La mujer se da cuenta de lo que quiere hacer su hijo, entonces agarra su brazo. Su pequeño hijo saca una fuerza sobrehumana de alguna parte y forcejea contra su madre.
Un doctor cruza por la puerta y se queda mirando al niño. El pequeño va caminando hacia el doctor y levanta la jeringa, dispuesto a matarlo. El médico lo pilla desprevenido y lo mata con un cuchillo muy extraño. La bata del doctor se mancha con un líquido negro muy espeso. El cuerpo del bebé se disuelve en el suelo.
La joven, asustada, le pregunta al doctor que había pasado. Él le responde que, su bebé, era un demonio. Y él, era un cazador de demonios.
