Capítulo I

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En la ciudad de Lakewood se encuentra la residencia de una prestigiosa familia la cual tiene negocios por los diversos estados y en otros paises, destacados por su elegancia, normas de etiqueta y protocolo que han regido la alta sociedad de Chicago desde hace mucho tiempo, ubicándola como una de las familias con mayor influencia. En la mansión de los Andrew se están haciendo los preparativos para celebrar una gran fiesta; los sirvientes terminan de dar los últimos retoques siguiendo las instrucciones de la señora Candice Andrew, quien desea dejar todo al gusto de la tía abuela Elroy, la agasajada del momento. 

La señora Andrew es una joven hermosa de piel blanca, cabellos dorados y ojos verdes de veinte y cinco años de edad; vivía en Escocia junto a sus padres María y Robert Wright hasta los ocho años cuando éstos fallecieron en un trágico accidente automovilístico, después de eso el tío abuelo William, cabeza de la familia Andrew decidió acoger a la pequeña y hacerse cargo de su educación hasta que se convirtiese en una noble dama y pudiese contraer matrimonio con un hombre honorable con el cual pudiese formar su propio hogar. Elroy Andrew estuvo a cargo de tal cometido, volviéndose así como un referente materno; vió a esa pequeña niña volverse una joven y luego elegante dama que atrajo la atención de su preciado sobrino Anthony.

Éste era hijo de Rosmary Andrew, quien era hermana del tío abuelo. Ella también había fallecido cuando Anthony tenía cinco años, el recuerdo de su madre había permanecido vivo todo ese tiempo mientras cuidaba del jardín de rosas en Lakewood, apreciaba los retratos que le hicieron de joven antes de que se casara y con las conversaciones que tenía con la tía Elroy mientras le contaba cómo era la personalidad de su madre. Su mundo se iluminó en gran manera cuando un día llegó a la mansión la pequeña Candice, inmediatamente el joven sintió que ella se le parecía mucho, incluso logró divisar que si la tía era su institutriz se convertiría en una gran dama como lo fue algún día Rosmary, y sin darse cuenta estaba imaginando una vida a su lado.

Él no fue el único que cayó bajo el encanto de la joven, sus primos Archibalt y Alistear Corwell también se enamoraron de Candice e hicieron todo por atraer su atención, sin embargo pronto les quedó claro que ella había elegido al rubio de ojos azules de Anthony por lo que debieron ceder para mantener la paz y armonía entre ellos; siempre y cuando al primo no se le ocurriese la grandiosa idea de hacer llorar a Candy con alguna tontería estarían contentos de verlos juntos. Al principio había deseado llevar su relación de manera clandestina, pero ella no era la única que estaba enamorada del joven, Eliza Legan su prima, siempre mostró su abierto interés y al darse cuenta que él solo tenía ojos para la rubia un profundo desprecio hacia Candy inundó su corazón. Intentó hacerle la vida imposible por mucho tiempo, incluso cuando Anthony tuvo que irse a estudiar al extranjero le suplicó a sus padres que también quería ir a Londres, estaba segura que sin la presencia de ella le sería fácil poder conquistarlo finalmente.

Lastimosamente nunca pudo conseguir su objetivo y para cuando pasaron los años y terminó sus estudios, Anthony volvió a América para proponerle matrimonio a Candice. Elroy estaba más que complacida con tal decisión, sabía que la joven era digna de ser la señora Andrew; tras realizarse el enlace Eliza decidió que mantendría las distancias, pues mientras veía a la novia de blanco en el altar junto al hombre que siempre había amado se daba cuenta que no podría permanecer viendo como ellos eran felices y formaban su hogar. Así empezó a correr el tiempo y la figura de la pareja se consolidó en Chicago por ser estable, cariñosa, él bueno en los negocios y ella solidaria con los más necesitados. 

 Ahora después de tanto tiempo toda la familia volvía a reunirse para festejar por la tía. En la planta superior, Stear un caballero de cabellos castaños y lentes sostiene en sus manos uno de sus antiguos inventos que ha sacado del desván; en un principio la intención era que fuese un detector de mentira, pero sólo había logrado que el artilugio grabara las conversaciones y ésta vez quería asegurarse que pudiese ser algo más que eso, al menos que reprodujese una dulce melodía pues esperaba con ello poder impresionar a su querida Candy.

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