* Tirarse tremendas paradas: Ser bueno en algo - dejar sorprendido a los demás con sus habilidades
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Cuando Luis bajó, él ya estaba poniendo el ponqué en el mesón de la cocina, y un molde más pequeño a su lado, para que probara la torta antes de la noche; mientras Paulina se sentaba en la mesa, viéndolo trabajar. Metió un cuchillo a la masa y cuando salió limpio, él sonrió satisfecho con que quedara perfecta en su punto. Porque el aroma era simplemente exquisito.
—Dejaremos reposar un poco antes de desmoldarla—le dijo mientras se quitaba los guantes.
—No tendrían que haberse molestado con esto. Los cumpleaños nunca han sido mi fecha favorita.
La miró un segundo antes de ponerse manos a la obra con el chocolate para derretir.
—¿Por qué no?—fue Luis el que expresó la duda general.
Paulina solo levantó los hombros, sentada en la mesa.
—Es una larga historia. Nunca los he celebrado y me imaginé que este día no sería la excepción.
Él le sonrió.
—Y sí lo fue.
Puso las tabletas de chocolate a baño María, mientras ella lo miraba.
—¿Qué?
—No sabía que tú cocinaras.
El vicario se acercó con una bomba a medio inflar, riéndose.
—¿Este hombre que no sabe hacer, hija? Desde que lo conozco en el seminario le encanta cocinar. Se tiraba tremendas paradas en la cocina, haciendo delicias para todos—sintió que se sonrojaba cuando ella lo miraba con interés
—¿De verdad?
La cocina se llenó con el dulce aroma del chocolate.
—Aprendí desde niño y me gustó. No cocino a menudo por falta de tiempo, pero hoy era una excepción.
Pao solo agachó el rostro.
—Así que siéntete afortunada—la señaló Luis—porque no hace eso por todo el mundo.
El siguió mezclando el chocolate y vio que ella se ponía de pie, sacando algo de una cajita. Luis había vuelto al comedor para pegar el globo.
—¿Qué tienes ahí?—se atrevió a preguntarle cuando ella se acercó al grifo para sacar un poco de agua.
—Milena me regaló esta flor por mi cumpleaños.
El tatuaje en su espalda le picó un poco cuando vio la flor que era. Misma que el llevara estampada como símbolo muy valioso cerca de la parte de arriba de la columna.
—Una gardenia.
Lo miró.
—Así es. Mi flor favorita. Ella tenía unas en el jardín y aquí me dio el capullito.
—Es muy bonita.
Se alejó para ponerla en la ventana de la cocina, mientras él se quedaba meditabundo, porque no podía comprender porque tenían tantas cosas en común.
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Paulina fue a dejar el dinero en una alcancía en su cuarto, reservada para cuando compraran los tiquetes y viajaran a Medellín, y luego volvió a bajar con rumbo a la cocina.
Era simplemente precioso el regalo que le habían hecho los dos padres de agasajarla por su cumpleaños con la decoración. Pero que Abel le preparara un pastel, eso sí estaba fuera de serie. Nunca nadie lo había hecho por ella, es más, nunca había probado uno. Y que él se interesara por ella y le diera ese regalo, le había derretido el corazón.
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ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
RomanceNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...