Cap 6. Dulces diesiseis.

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( julio del 2018)

CAMERON



Despierto después de discutir con la mocosa y cerrarle mi puerta en su cara. Me recosté y me quedé dormido. Ya Alexia está callada; creo que no sintió actividad y por eso paró.

Miro mi reloj: 6:15 P.M. Estoy a tiempo para ir al restaurante, al menos por dos horas. Después iré a jugar fútbol con Max; tenemos un partido esta noche.

Todavía soy joven, y no crean que lo único que hago es trabajar. Este fin de semana tenemos fiesta en una fraternidad y será genial.

Cuando me aseo y salgo, doy un repaso por el apartamento. La mocosa no está en casa; me pregunto dónde estará. Según le pregunté a Max, esta niña se ha criado prácticamente sola, de un lado para otro, pues sus padres se divorciaron cuando ella tenía 8 años.

Desde entonces, pasó una temporada viviendo con su madre, luego con su padre, y luego nuevamente con su madre; y ahora aquí, prácticamente no ha tenido una vida normal. Además, nadie está pendiente de ella.

Decido entrar en su habitación. Su camisa está tirada en la cama; la tomo y huele muy bien, es embriagante su olor. Tiene desorden por todos lados; creo que fue ahora al escoger ropa, pero lo demás está aseado.

Salgo nuevamente y voy a mis labores. No tengo tiempo para gastarlo pensando en una niñita estúpida y solitaria.

La semana pasa rápido; todas las mañanas me la encuentro saliendo a clases en su instituto cuando yo vuelvo de correr y hacer mis rutinas. Se dedica a sacarme la lengua y hacerme muecas. Hemos discutido por todo, en cada encuentro que tengo con esa mocosa.

Como ayer, que ella veía un programa en la sala, pues en su habitación no hay televisión. Cuando llegué, se cruzaba con mis partidos de fútbol.

Tomé el mando y puse mis partidos. Peleó, peleó, y yo, con una enorme sonrisa, vi mi partido, hasta que la vi a los ojos. Tenía sus bellos ojos rojos de la ira. Me dijo hasta de qué mal me iba a morir y terminó encerrada en su habitación.

Es sábado y estoy haciendo desayuno para mí y para Max, pues mi buen amigo está en casa. Anoche tomamos unos tragos y disfruté una buena follada con un par de amiguitas, ricas y dispuestas.

Preparo waffles con fruta y salsa, tocino, salchichas y jugo de piña. Hago solo dos platos, el mío y el de Max. No me apetece cocinarle a la mocosa; se ha convertido en una insoportable piedra en mi zapato.

Pongo mi música relajante de la filarmónica y sonrío, sé que le molesta y se despierta de inmediato.

Treinta minutos después, prácticamente ya he terminado de preparar el desayuno, y dos espectaculares desayunos relucen en la encimera de la cocina. La estoy viendo de reojo; no viene muy despierta que digamos, pero cuando ve el plato de más, se le dibuja una enorme sonrisa y va de inmediato por él.

—¿Es para mí? —pregunta con emoción cuando está prácticamente tomando el plato que preparé para mi amigo.

Quisieras... jajaja... —me es inevitable no reírme. Ella hace pucheros, pero no me importa e igual le digo:

Es el desayuno de Max; tú no eres digna de probar mi comida, mocosa. Come lo tuyo, ese espantoso cereal —le digo, y ella me ve un poco con su mirada algo triste.

Toma jugo y se retira a su habitación.

Dejo pasar el día. Hoy estaremos en casa; solo hice unos trabajos en casa y me relajé.

Junto con Max, jugamos en el nuevo PlayStation y pasamos la tarde con cervezas y snacks.

Oye, invitamos a Sofía y a Claris —me dice Max, creo que quedó con ganas de follar más, pero niego.

No me apetece. Mejor vamos temprano a la fiesta, y allá nos follamos a unas cuantas —le contesto y río.

Volteo a ver; no ha comido nada en todo el día y ya son las cuatro de la tarde.

—¿Y tu hermana? —miro a Max y le pregunto por ella.

—¿Qué hay con ella? Está encerrada, ¿no ves?, haciendo sus deberes, yo qué sé —me contesta Max, y yo me limito a no hacer preguntas.

Es tarde y estamos llegando a la fiesta. Yo traje mi auto; Max dejó su camioneta cuando recibió una llamada de su madre.

Hola madre, ¿qué hay? —le pregunta Max.

Se quedó en casa, estaba en su cuarto... tal vez se quedó dormida... ma —le responde algunas preguntas Max a su madre.

—¿La estás llamando por su cumpleaños? Pero madre, ya se está acabando el día. Además, yo no sabía nada...

Ok, ok, le daré tus saludos, madre. Le compraré un pastel y le cantaré su feliz dulce 16... —me quedo frío cuando escucho lo de sus felices dulce 16.

Por eso hizo esa cara esta mañana; pensó que el desayuno era para ella. Ahora que lo pienso, no había comido en todo el día.

Cuando Max cuelga, le pregunto:

—¿Y te devolverás al apartamento? ¿Es su cumpleaños? —le pregunto, pero Max niega y, riendo, contesta:

Nop. Que se joda Maya. Mañana, si acaso, le doy los saludos de mamá. Hoy es FIESTAAA —grita Max mientras aparco mi auto.

Yo sonrío y vamos al acechó. Cuando llego, Clariss me esperaba muy dispuesta.

Bebemos, bailo y luego follamos. Cuando acabo, bajo nuevamente a la fiesta.

Luego me encuentro con Darla, también muy amable y querida conmigo. Bailo y jugamos con ellas a verdad o reto, pero estratégicamente pierdo, y mi reto Max lo pone: pasar 20 minutos con Darla en una habitación. Nosotros encantados.

Ya son más de las tres de la mañana. Veo a Max encaramelado con Sofía y otra chica que no conozco. Solo me hace señas de un tres; creo que hoy mi querido amigo hará un trío con estas espectaculares morenas.

Sonrío, me despido con la mano y voy en busca de mi auto para ir a casa.

Cuando llego, todo está apagado y normal. Veo la puerta y la chiquilla duerme metida en su cama y enroscada.

No me había fijado en lo bien que ella huele, al igual que su habitación; o será por el licor que traigo en mi sistema.

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😝











FUERA DE LIMITES "Rendido ante Tí"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora