Si te pudiera pedir una vez que me veas a los ojos sin llorar, tal vez podría expresar el dolor de dejarte atrás. El matiz de tus ojos me implora que me quede a tu lado, pero hoy, amada mía, te dejo atrás. Guardaré mi corazón y lágrimas en vaso de cristal, y en él, encenderé una luz, que marcará el inicio de este largo y amargo viaje, que embelleceré con una canción, pues es lo último que quiero dejar. No volveré, no lloraré, no pediré que vengas a buscarme pues aquí es donde quiero quedarme; la flor de este corazón se marchitó, o tal vez, nunca floreció.
