Se observa a la lejanía como desciende un avión a un concurrido aeropuerto, donde nuestro protagonista, un hombre alto de 1.85, tez olivácea, y cabello oscuro, miraba airado por la ventana, el vuelo sin explicación razonable llegaba cinco horas tarde, y si había algo que Toji Fushiguro odia es, ser impuntual y que las cosas no salgan como él quiere, y justamente en este día nada había salido como él lo planeó, aunado a ello, una de las azafatas no dejaba de ofrecer cosas insistentemente en plan: coqueteo vergonzoso e incesante. Una vez más se acercó al asiento de Toji, e inclinándose por quinta vez consecutiva, e innecesariamente poniendo sus bien proporcionados senos a la altura de los ojos, preguntó con voz seductora:
-¿Se le ofrece algo senior Fushiguro? Estamos a punto de aterrizar - ronroneó la azafata pelirroja con marcado acento extranjero.
-No.- Cortó de forma seca y no se molestó en voltear al lugar donde permaneció la azafata unos segundos antes de retirarse.
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Pov. Toji
-Genial- pensé con sarcasmo, mientras me abro paso entre la multitud de personas que entraban y salían del aeropuerto, como animales desbocados por todos lados. Caminaba lo más deprisa que mis piernas me permitían, arrastrando mi maleta con una mano y con la otra malabareando mi teléfono celular para contactarme con mi hermana que se supone debía recogerme en la puerta, justo cuando podía sentir el aire fresco de la puerta entre abierta, un alma en desgracia chocó conmigo, haciendo que soltara mi celular, mire con un gran odio en mis ojos a la "persona" que ocasionó tal desastre en un par de segundo, provocando que las personas a mi alrededor se detuvieran unas milésimas de segundo a observar el espectáculo. La persona en cuestión era una mezcla rara de maletas, cabello y hojas esparcidas graciosamente en el suelo. No pude evitar soltar un bufido de frustración, al inclinarme a recoger mi celular, cuando ese personaje amorfo en el suelo, se sacudió el cabello desparramado de la cara y pude observar a una mujer de piel blanca, y cabello rosado tan largo y lacio que se veia mas cabello que chica, observarme con una gran sorpresa desde el lugar donde se encontraba todavía caída de trasero en el piso del aeropuerto, me miró con un brillo en sus ojos verdes, como si quisiera decir algo, pero sin que nada pasara.
Levante mi celular y apresuradamente cogí los papeles que pude y se los di en una pila desordenada en lo que ella terminaba de levantarse y antes de que las cosas se alarguen como sé que suele suceder, me fui sin darle tiempo a que me dijera algo.
Fuera de las puertas del aeropuerto, a unos metros justo de donde salí, pude observar el Mercedes- AMG G 63 de mi hermana, quien estaba estacionada en el lugar incorrecto, pues se veía que estaba en una acalorada charla con un oficial quien señalaba el auto.
Cuando llegue al lugar donde estaba mi hermana, ella con un exagerado acento, mezcla entre inglés y alemán, le decía cosas al oficial que muy amablemente le decía con exagerados gestos que allí no podia estacionar, cuando la acusada me vio llegar, me brindo una sonrisa enorme, cálida y alegre, de esas que solo ella sabe dar.
-oh, graciasss, graciasss, nos vamosss- le dijo con una exageración en las palabras, pretendiendo no saber su idioma. Se acercó al oficial y le dio un beso en cada mejilla, corrió hacia mí, dejando a un muy apenado oficial pasmado de asombro por el repentino acto de mi hermana, después de todo, ella es una mujer atractiva. Me indicó que dejara o más bien, aventando mi maleta en el haciendo trasero, me dio un abrazo grande y me apresuro al vehículo para marcharse lo antes posible.
-Dios, llegas muy tarde señor puntualidad máxima, ¿cómo es que no puedes visitarnos antes de estas fechas tan caóticas?- me preguntó con gracia haciendo énfasis en la palabra puntualidad.
-No es culpa mia que el avión se retrasara...- me pierdo un poco en mis pensamientos, pues al observar por el retrovisor, veo a aquella joven con la que choque en la puerta, de pie en la salida observando a un auto detenerse frente a ella, curiosamente ese auto me parece familiar.
-¿Entonces esta vez si te quedaras en la casa principal o te harás el ocupado para convivir con tu familia? - Dice Shoko, mirándome de reojo, mientras conduce.