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Créditos:
→Historia original de @LittleCrow-exe

→No se olviden apoyar la obra original de la historia

→No se olviden apoyar la obra original de la historia

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Estaba nervioso.

Había besado sin control a Kitsune.

¡A KITSUNE!

Su corazón aun palpitaba rápidamente gracias a la adrenalina, su boca aun sabia a canela y sudor, en sus palmas aún estaba presente la sensación de la piel ajena, su miembro despierto aun no cesaba.

Solo acompañaba a su torpe y ricachona amiga Hinata esta noche para que no se drogara ni se fuera con un completo extraño.

Al ir a beber algo a la barra se encontró a la amiga/posible novia del Kitsune y de lejos lo vio bailar muy apegado a dos sujetos muy musculosos.

Estaba celoso.

Sus caderas se movían al ritmo de la canción, su trasero se movía de un lado a otro, los extraños lo tocaban de la forma que él quería tocarlo.

Su cara se volvió aún más erótica y no pudo más, así que fue por él.

Solo quería alejarlo y luego irse con su estúpida amiga.

Pero en cambio se besaron como si bebieran agua después de caminar un mes sin agua en el desierto.

Desesperado, hambriento del otro.

Fue rápidamente al baño, debía deshacerse de aquel palpitante molestar en sus pantalones, entró a un cubiculo y pensó en el rubio.

Como sus manos viajaron por su abdomen marcado, lo suave y firme que se sentía al tacto su jugoso trasero.

La forma en que agarró y tiro de su cabello fue tan excitante.

Sus gemidos y jadeos, el gruñido que sacó de lo profundo de su garganta.

Aquella manzana de adán que subía y bajaba cada vez que el rubio tragaba saliva.

Su mano se movía fuerte y rápido por todo el largo y ancho de su polla solo al recordar lo salvaje que era el Kitsune bajo su cuidado.

Había visto tantas veces ese cuerpo totalmente desnudo en videos y fotos, sus marquitas, su cuerpo, piel bronceado, cuerpo totalmente definido y en forma, no era nada exagerado y aun así se podían ver sus músculos contraerse magníficamente.

Pero ver no era nada parecido a poder tocar. ni siquiera había tocado su mano cuando iba al café y ahora estuvo a punto de fallárselo ahí mismo en medio de la multitud de personas.

Ahora que había tocado, quería más.

Quería tocar cada extremo de su cuerpo bronceado, acariciar su puntiagudo cabello largo y sedoso, contar y besar cada marquitas hasta el cansancio, besarlo de la misma manera en la que lo había besado esta noche.

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