𝐄𝐬𝐩𝐚𝐜𝐢𝐨 (editado)

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Apenas entrar a su estudio, Rafayel le ofreció ropa limpia y una manta.

Hasta cierto punto, una pequeña punzada de arrepentimiento se instalaba en su cabeza, pulsando sus nervios cada vez que su mirada se cruzaba con la figura de Perla sentada en medio del desastre de su estudio y espacio personal, mirando por la ventana mientras la lluvia seguía cayendo en el exterior.

Aunque las coincidencias podían ser ciertas, Rafayel no pudo dejar cabos sueltos y pidió a su investigador privado recabar información de su alumna, buscando algún nexo con alguien que pudiese utilizarla para llegar más fácilmente a él.

Pero lo que recibió fue la cronología de vida de Perla, un paso por el tiempo, y un historial limpio. Leyó dos veces los partes policiales y médicos, y se sintió extraño encontrando los cabos sueltos de su existencia; el caso de una pequeña niña encontrada en una playa tan solo con un nombre.

Esa misma playa de la que hace apenas un par de horas, la había sacado inconsciente y sin respiración en medio de un remolino.

Ahora el sabía más de lo que ella jamás averiguaría de él. Y no se sentía correcto, no cuando ella volvía su mirada y le sonreía como si lo que había pasado allá afuera no fuese suficientemente sospechoso

— Lamento de nuevo todas las molestias. — Perla se cubrió un poco más en medio de la cobija, llevaba ropa limpia de Rafayel y una de sus mantas para conservar el calor que había perdido.

— Sería genial saber qué hacías allí afuera en plena tormenta — Perla dejó de mirarlo por un par de segundos y el fingió no darse cuenta de eso, colocando dos tazas de té en la mesita de centro llena de objetos y revistas. Se había llevado una gran sorpresa al ver cómo se hundía en medio de las furiosas olas. — Fue un espectáculo bastante macabro de ver.

—... Creí ver a alguien pidiendo ayuda, y solo quise estar segura. Pensé que podría hacer algo, pero el mar me arrastró hacia abajo. — Perla miró a Rafayel, esperando que su disparatada historia fuese creíble. — Al final no he podido hacer absolutamente nada.

Hubo un pequeño momento de silencio antes de que las cejas de Rafayel se fruncieran profundamente, y con el tono más dramatico escuchado jamás, comenzó a hablar. 

— ¿Te has vuelto completamente loca? ¿O te golpeaste la cabeza? — Perla que estaba inclinada para tomar su taza de té, paró de inmediato y lo miró con un gesto que no dejaba dudas a su estado de sorpresa. — Incluso si tienes buenas intenciones ¿No deberías pensar antes de hacer algo tan arriesgado?

El rostro de la peliblanca estaba colorado, y pensó un momento antes de hablar.

— Creo que fue instintivo, se nadar muy bien asi que confíe en mi habilidad.

— Tal vez debas reevaluar esas habilidades tuyas, doy fé de que deben estar caducadas.  — Tomó la oreja de la taza entre sus dedos, y con un suspiro prosiguió. — No puedes ayudar a todos, y no necesitas arriesgar tu vida para hacerlo. Eso fue una locura.

Perla volvió a inclinarse hacia su taza, imitando los movimientos de Rafayel. No se sentía como un regaño, pero tampoco como un consuelo. Era más bien como si le dijera "niña tonta". 

— Pero si puedo hacer algo al respecto, ¿No es eso bueno?

La sonrisa condescendiente de Rafayel le hizo notar que estaba lejos de ver la realidad, no era así como funcionaba.

𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚 𝐏𝐞𝐫𝐥𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora