* Zozobra: Vilo - desvelo / Fritanga: asado de carnes por navidad / Traídos del niño Dios: regalos que usualmente dan los papás a los niños en Colombia el 24 de diciembre haciéndoles creer desde pequeños que fue el Niño Jesús por nacer / Jolgorio: Fiesta / Rajatabla: estrictamente / Cantaleta: sermón - regaños / Estacón: palo de madera tieso e inamovible.
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24 de diciembre de 1995, Don Matías, Antioquia...
La navidad llegó y a pesar de que para Paulina los días se sucedieron en zozobra dentro de las paredes que componían la casa cural; para el pueblo fue todo lo contrario, animados porque era el momento de las novenas, fritangas, licor, traídos del Niño Dios, y bailes donde los vecinos. Con música de Rodolfo Aicardi y Guillermo Buitrago a todo volumen desde temprano, padres comprando los regalitos para los pequeños, y familias preparando el marrano pa' matar en la noche; Paulina recorrió las calles engalanadas para el jolgorio. Tenía que ir a la tienda por algunas cosas para la cena, papel para envolver los regalos, y claro... volver a preguntarle a su amiga si Tito había tenido resultados en su búsqueda.
Como cada día.
La ansiedad por querer marcharse se había convertido en su fiel compañera del diario, con tal de alejarse pronto de Abel y el dolor que le causaba a su alma, contando los minutos para ir al parque donde se instalaba Milena con su revuelto y hacerle la consabida pregunta:
—¿Ya la encontró?
A lo que su madrina negaba con la cabeza con menos desesperanza que ella. Que Tito estaba en otro pueblo, o que aún no había indagado, o que el barrio Aranjuez era tan inmenso que posiblemente ni en cien vidas diera con el paradero de la tía Ismenia. Esas eran las explicaciones de su amiga cuando ella se sentaba abatida debajo del toldo. Y ella necesitaba que fuera a la de ya, encontrarla. Se las había arreglado muy bien los primeros días para eludir a Abel en la casa, fingiendo estar muy ocupada con las comidas o el arreglo de la casa. Incluso dándose sus escapaditas por el pueblo con los niños para que comieran helado y jugaran con las palomas; incluso podría ser que él contribuyera a ello, ocupándose en las obligaciones de un cura con todas las eucaristías y visitas al obispo, de imprevisto. Pero no eran de piedra, y las poquitas ocasiones que le tocaba coincidir con él como en el comedor o en la biblioteca, habían sido suficientes para mantenerle la chispa encendida y las ansias del corazón despiertas. Estaba molesta con él y a rajatabla cumplió el mantener distancias por el bien de su felicidad, pero lo añoraba tanto física y emocionalmente que era como vivir con un dolor crónico. Quería estar en sus brazos, que la volviera a besar o le hablara al oído cualquier tontería con esa voz profunda que desde el primer encuentro la había fascinado.
Estaba al límite, y no sabía cuánto más podría aguantar.
Esquivó más a los transeúntes por el parque que sus mismas miradas curiosas porque la reconocieran de la ceremonia del pasado ocho de diciembre, o por los rumores que se contaban en las esquinas; y se acercó al toldo de Milena. Tenía los cabellos recogidos con un pañolón en la cabeza, y se reía con una clienta, cuando se le acercó.
—Buenos días.
—¡Mi negra!
La compradora, que no era otra que Zulma la del restaurante, esquivó su mirada y después de dar las gracias, se marchó. Con lo que Milena le dirigió una mirada curiosa.
—Pensaba que eran amigas. ¿Por qué se fue sin saludarte?
Por lo obvio.
—Los chismes parecieron llegar a sus oídos, supongo—su amiga chasqueó la lengua.
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ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
Любовные романыNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...