La promesa.

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Un pequeño Senkuu de siete años abre la puerta de su dormitorio y se maravilla con todos los libros, juegos de química y aparatos de última tecnología que siempre ha deseado. De inmediato se pone a probar cada máquina para asegurarse de que funcione correctamente, luego revisa los libros y así se gasta todo el día en su renovado cuarto, leyendo; sin embargo, al anochecer...

—¡Senkuu~! — Byakuya irrumpe sin tocar la puerta—. ¡Alístate, vamos a comer afuera!

—¿Oh? Ya voy, sólo me pongo los zapatos— Senkuu baja de su silla y busca sus zapatos con una amplia sonrisa en su rostro.

—¡¿Será posible?! ¡Esta vez no has puesto "peros"! — el mayor también se emociona.

—Eso es porque estoy de buen humor— Senkuu mete un pie en el zapato y le asusta el grito de Byakuya.

—¡También debes cambiarte de ropa!, no pensarás salir con pijama, ¿o sí?

—Cierto, pasé todo el día en mi nuevo laboratorio que olvidé cambiarme de ropa— habla con desdén.

—¡Ooh, ¿te ha gustado el laboratorio?! — vuelve a emocionarse y esta vez ilusionarse.

—¿Me veo triste acaso? — el tono indiferente de nuevo.

Byakuya sabe que Senkuu es un poco apático, pero también sabe cuándo está feliz y cuándo no, que no se quitara la pijama en todo el día le indica que sí está feliz con su nuevo obsequio.

Por fin salen de casa y Senkuu no tarda en decir:

—¿Por qué no vamos en el auto?, es más rápido.

Byakuya no se permite ni una abertura en su actuación y responde con una gran sonrisa:

—¡Caminar es mucho más saludable! Además, es noche de luna llena, ¡sería una pena no darnos un baño de luz de luna!

—Qué tontería. Sabes que no soy muy fuerte, me cansaré de tanto caminar.

—¡Papá te cargará de regreso!

—¡Ni hablar! — se gira hacia la cochera—. Vayamos por el auto.

—¡Argh, detente! En realidad el auto está en reparación y no me lo devolverán hasta la otra semana, jajaja.

Senkuu se alarma en su interior.

—¿Tuviste un accidente?

—¡No no no no no no! Err, se lo presté a un colega, él lo dejó mal estacionado en la calle y lo arrollaron.

Senkuu se cree la historia y se limita a maldecir:

—Maldición.

Byakuya casi llora de alegría, acaba de engañar a un pequeño genio, ahora sólo dirá que no pudieron reparar el auto y se habrá desecho de su existencia.

De esta manera van a comer ramen a su restaurante favorito y pasan un rato ameno. Senkuu lo recordaría como el día más feliz de su corta vida.

 Senkuu lo recordaría como el día más feliz de su corta vida

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Lógico y eficiente. | Dr. Stone | - 28Donde viven las historias. Descúbrelo ahora