Haciendo amigos.

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—¡Aah! — ...se encuentra a Senkuu—. ¡No entres sin mi permiso!

—En el internet no encontrarás información certera sobre el uso del termómetro.

—¡No me estás escuchando!

Senkuu se está limpiando la oreja con desdén:

—Yo conozco a alguien que puede explicarnos cómo usarlo y podemos hacerle preguntas de vuelta.

—No me interesa, he trabajado de esta manera desde siempre, así que usa la información de tu amigo para cuando tengas tu propio termómetro de resistencia. Yo trabajo sola— se cruza de brazos y sacude la cabeza con disgusto.

—Qué estupideces, la ciencia se trata de usar toda la información proveniente de la humanidad y usarla a tu favor.

Senko queda impresionada con esta perspectiva. Senkuu sonríe ampliamente con malicia:

—Además, Sengoku dijo que compartieras tu equipo científico conmigo.

—¡No me importa lo que haya dicho! Te lo prestaré sólo porque es mío y soy yo quien quiere prestártelo.

Senkuu delira en su interior, ¡por fin pondrá sus manos en esos costosos aparatos! Disuelve su gesto oportunista y vuelve a analizar la situación:

—Dices que siempre has trabajado sola, ¿significa que no tienes algún camarada que nos ayude a movilizar el equipo, que haga los mandados y cosas así? Sí, como el cabeza hueca, Taiju— sonríe con el recuerdo de su amigo.

—No— hace una breve pausa en la que toma la decisión de sincerarse—. Desde que tengo uso de razón nunca hemos vivido en un sitio fijo, siempre viajando de un lado a otro en auto. El sitio que más recuerdo es África.

—¡¿África?! — Senkuu escupe su lengua.

—Sí, Sengoku y Hakodate son veterinarios, durante algún tiempo también participaron en la filmación de documentales sobre la vida salvaje. En África tuve la suerte de conocer a varias personas que me enseñaron cosas útiles para valerme por mi cuenta, pero esas personas desaparecían de mi vida de un día a otro. Fue duro al principio, poco a poco me acostumbré a decir adiós y a valorar el corto tiempo que teníamos, aunque sus enseñanzas prevalecen conmigo.

Senkuu está medio fastidiado por el relato sentimental; sin embargo, finge interés:

—¿Y se hicieron ricos filmando documentales?

—Alguien del rodaje nos invitó a Arabia y ahí conocimos a otra persona que nos invitó a los Emiratos Árabes. Hakodate es buena con las palabras, así entabló conversación con un conocido, al parecer la conversación se convirtió en negociación y acabamos recibiendo un dinero desviado de un importante príncipe para sus negocios en Japón, que es el principal socio comercial del país. Este príncipe quiere escapar de la vigilancia de su padre, el rey, que no apuesta por ninguno de sus negocios, pero él está convencido y confió en el don de la palabra de Hakodate para convencer a unos empresarios japoneses. Ahora Sengoku y Hakodate trabajan para el príncipe, que los recompensó con una pequeña suma de dinero libre. Así fue como compraron esta casa en este barrio exclusivo.

Lógico y eficiente. | Dr. Stone | - 28Donde viven las historias. Descúbrelo ahora