Pagando con la misma moneda.

42 11 0
                                    


Senko entra al cuarto donde su hermano se ha autoconfinado desde que llegaron, él pone cara de fastidio al verla y se deja caer de sentón en el colchón.

—Senkuu, ¿cuánto más planeas seguir encerrado aquí? — ella protesta con indiferencia—. No podemos aprovecharnos de la amabilidad de Tsukasa.

—Ya sé... Necesito tiempo para pensar...

—¿Pensar? Siguiendo tu filosofía de ser lógico, lo lógico es que hagas lo que quieras sin sobrepensarlo.

—...

Ella rueda los ojos y agrega:

—En todo caso, no puedes seguir viviendo aquí sin hacer nada, ve a hacer las compras por lo menos.

Senkuu se levanta de un brinco, sus rodillas sufren por el brusco movimiento. Se guarda el dolor y se queja:

—Eres un verdadero fastidio.

Senkuu sale de casa en dirección al supermercado, de camino sigue pensando en su problema con su padre.

—Supongo que sólo debo volver y decir que lo lamento, seguro el abuelo festeja y vuelve a la vida— ya puede ver el supermercado, así que acelera—. Kukuku, me he preocupado en vano, la solución siempre fue muy simple. Es imposible que ese abuelo pueda reemplazarm- ¡!

Del supermercado va saliendo Byakuya, acompañado de Mei y su pequeña hija, Tomoko. Su padre y esta mujer comparten risas y dulces sonrisas.

—¿Seguro que esto es todo lo que necesitamos para el paseo de mañana? — pregunta Mei.

—¡Por supuesto! — afirma Byakuya, alegre y radiante—. ¡Ya verán que nos divertiremos mucho en la montaña!

—¡Me reemplazaste!

Este grito arruina el momento de la nueva familia y el responsable no es otro que Senkuu. Byakuya se eriza como si se hubiera electrocutado, en su imaginación Senkuu ya se había ido de Tokyo.

—Mira, mamá, ese niño tiene lechugas en la cabeza— dice Tomoko, divertida.

Senkuu enrojece de furia y señala a Byakuya con su índice acusador:

—¡Te creí encerrado en casa, lamentándote! Iba a ir por tu rescate, pero ya veo que tu patética escena fue ¡una farsa! ¡No volveré a sentir pena por ti!

Dicho lo dicho, Senkuu echa a correr. Byakuya está muy avergonzado por el pequeño drama; sin embargo, algo en el discurso de Senkuu revolotea en su pensamiento.

—Byakuya, ¿quién era él? — pregunta Mei—. No me digas que...

Byakuya recompone sus nervios y la encara, antes no consideró importante mencionarlo porque apenas se conocían, pero ahora su relación es más sólida y puede confiar en ella.

—Mei, hay algunas cosas sobre mí que no te conté. Se trata de mi hijo, no es que sus padres se lo hayan llevado, sino que...

—¡Papá!

El grito de Tomoko le saca un brinco a ambos adultos, ella sale corriendo hacia un hombre que va llegando al supermercado y ellos le siguen el rastro con la mirada. Los ojos de Mei se nublan de lágrimas e ilusión.

—¿Tomoko?, ¡Tomoko! — el recién aparecido alza a la niña por los aires.

—¡Papá, sí eres tú!

—¡Así es, Tomoko, y no volveré a separarme de ti!

—¡Takeshi! — Mei corre hacia el nombrado.

Lógico y eficiente. | Dr. Stone | - 28Donde viven las historias. Descúbrelo ahora