Capítulo 13

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Viernes, último día antes del duelo entre Makia y Astrid.

La castaña se había levantado temprano, en la casa de Valka como el día anterior. Fue al lugar en donde había decidido construir la pequeña cabaña en donde viviría. Había tomado prestadas unas herramientas de la herrería junto con varios tablones y soportes, además de otras cosas esenciales para su casita.

Ese día no quiso entrenar con Hipo, lo cual la hizo centrarse en su construcción. Sentía que con la paliza que se dio ayer era suficiente. Además de golpear un saco de arena, habían estado practicando con el arco y las flechas toda la mañana. Luego de haber hecho una pausa para comer, volvieron a la academia para practicar con las hachas y las espadas. Ese día acabó exhausta.

▪︎ ▪︎ ▪︎

A media tarde, en el Gran Salón, Hipo convocó a toda la aldea para organizar la Academia de Dragones para el duelo, el horario de entrada, la distribución del público y, finalmente, las apuestas. Para la sorpresa del jefe, estas eran muy demandadas y no tuvo más remedio que abrirlas.

-¡Apuesto mi juego de tazas por Astrid!-exclamó la voz de una anciana.

-¡Yo apuesto dos bolsas de sorgo por nuestra Astrid!

-A ver...-Hipo revisó el gran pergamino de apuestas en donde habían dos apartados con los nombres de las contrincantes.

Debajo de estos, cuatro puntos rojos señalaban lo que se podía apostar, como el alimento, objetos y ropajes.

Hizo una línea diagonal en el apartado "objeto". A su lado puso una rayita vertical, por el juego de tazas.

Luego procedió a hacer otra diagonal en el punto "alimento". Al lado puso dos rayitas, por las dos bolsas de sorgo.

-¿Nadie apuesta por Makia?-preguntó al azar una voz. Era ni más ni menos que Patapez.

-¿Te refieres a la gata?-dijo incrédulo Patán a modo de respuesta.

-Nadie apuesta por ella porque sería perder rotundamente. Sabéis perfectamente que Astrid acabará con ella-comentó sonriente Brusca por encima de las voces. A diferencia de Hipo, Brusca creía ciegamente en su amiga y la apoyaba.

-¿En serio estáis tan seguros?-Eret había entrado en la conversación.

-Tan seguros como tus músculos, guapetón-dijo la gemela con expresión bobalicona y mirando al azabache de Eret.

-Buah, ya empieza...-Chusco puso los ojos en blanco.

Por suerte, Hipo no escuchó la conversación ya que había muchísima gente hablando.

-¡Apuesto dos de mis mejores prendas!-exclamó una mujer rubia de cabello rizado.

-Vale.-El castaño hizo nuevamente una diagonal en el punto: ropajes. Al lado marcó dos rayitas.

-Nadie apuesta por Makia, ¿verdad?-su mujer apareció detrás de él, asomando la cabeza para ver el papel.

El jefe no dijo nada, ni siquiera se atrevió a mirar a la cara a Astrid.

-¡Hagan sus apuestas!-exclamó Hipo para no prestarla atención.

-¡Apuesto mi reserva de especias por la señora Astrid!-dijo un hombre.

Procedió a marcar la línea en el punto "alimento" junto con la respectiva rayita al lado.

De pronto, la gran puerta del salón se abrió y ante ellos apareció Makia, la cual sostenía un martillo pequeño en la mano. La sala entera empezó a murmurar entre sí.

Elige Tu Propio Destino © (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora