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El amor es una fuerza que puede trascender en el tiempo, y muchísimo más en la humanidad.
Los humanos no son los únicos que aman, ¿Cómo es eso posible?
En los límites de las blancas nubes de un azulado cielo que no parece tener un límite, dónde hay una enorme sociedad de valor. La casta de los Ángeles rige con fuerza, honor y valentía su existencia. Los Ángeles son la prueba de que amar, va más allá de la humanidad.
Más aún así, los Ángeles no son los únicos que aman.
Debajo de la rocosa capa exterior del núcleo, dónde las llamas consumen cualquier cuerpo que lo merezca, dónde el castigo en almas pecadoras es lo más agraciado para su especie. Los demonios castigan con éxtasis a las pecaminosas almas en pena que, mucho no pueden reclamar para saciar su dolor.

Incluso, en la división y la rivalidad que hay en ambos bandos. Casi como la misma historia de Romeo y Julieta de Shakespeare (solo que está obra, no se burla del amor juvenil)
Un Ángel de un rango promedio, suele ir a los bosques humanos, dónde ni siquiera los coyotes pueden acercarse. Prepará el lienzo, listo para dibujar el boceto, pero se detiene a un milímetro de que la punta del lápiz pueda tocar la firme calidad del lino.
Sus ojos revolotean con tranquilidad de un lado a otro, puede que esté en un lugar donde nadie lo encuentre, pero aún así, duda de que no sea su musa quien merodea.

Suspira aliviado al ver una cabellera azul oscuro que no alcanza a esconderse lo suficiente en los arbustos.

“Me asustaste.” Responde al aire aliviado, no sin antes dejar que una risita escape de sus labios.

“Pensé que tardarías más tiempo en verme” Exclama el ajeno, su aura exclama fuerza a donde vaya. Aunque, tan pronto como alcanza a sentarse en el suelo, al lado del artista, se nota que no es tan alto como aparenta.

“Bueno, no soy tan rápido como deseas, no peleo” Respondió tranquilamente. “Encontré dos árboles que dejan un pequeño espacio en forma de corazón. Eso sí que es arte.” Sabía que el demonio no respondería nada, no hablaba mucho, pero era divertido saber que tenía la pasión de escucharlo.

Urano no siempre lo expresaría, tal vez nunca, pero amaba ver por unos pequeños momentos a aquel compañero suyo, mirar el paisaje que amaba pintar, cómo si fuera una obra de arte, perderse en la comparación de sus obras y como se ve en realidad el paisaje.
Eran los pocos momentos en los que se permitía ver a un demonio no tener que asesinar a sangre fría almas en pena, como las pocas veces que sufrió de tan horribles impresiones.
Algunas veces, tenía el deseo de poder mantener esa cercanía que ambos se daban por más tiempo, seria mejor si fuera eterno.

“¿Sabías que me gustan las flores, Hades?” Soltó sin más, ni siquiera lo pensó. Simplemente lo dijo con tanta naturalidad y calma que no parecería un estúpido por decir algo así de la nada. Trató de fingir que todo estaba bien mientras plasmaba sus trazos con la mejor concentración que pudiera tener.

X giró la cabeza casi como si Urano hubiera dicho una barbaridad. Miró con atención el rostro ajeno y pareció divagar en su mente unos segundos, como si no estuviera matando a su ángel al estar tan estático.

“¿En serio...?” Preguntó para volver a girar la vista hacia el paisaje.

Urano se sintió aliviado, por lo menos no lo miraba con extrañeza. Continúo dibujando el boceto... Le tomaría una semana terminar el cuadro si lo tenía planeado como quería.

"Sí. Me hacen sentir felicidad cuidarlas. Deberías intentar tener algunas” Respondió calmado, tal vez X no podría tener plantas, no es como que el infierno sea un lugar bonito lleno de flores. Pero por lo menos no dejaría una conversación muerta de la forma más rara posible.

“Tal vez.” Terminó la conversación ahí, lo había decidido cuando no comento nada más. Tampoco estaba mal, ambos amaban el silencio tranquilizador que dejaban.




Urano tembló con nervios cuando X le pidió que si podía quedarse con el cuadro si Urano lo terminaba. Nunca le pidió eso, ¿Por qué lo haría? Y más todavía era raro que el contrario mostrará nervios y timidez a una pregunta simple.

“Uhh... Podrías eludirme por qué?” preguntó curioso el de cabellera aguamarina.

Sintió ternura cuando el contrario tuvo una mirada totalmente sonrojada y desvío la mirada. “demonio tierno” pensó.

“Bueno, tus cuadros son... Este... Muy bonitos. Pero este en específico que estás haciendo, me hace sentir paz y me gustaría quedarmelo. Claro, solo si querés” Respondió tomándose pausas para contestar.

Bueno, era la frase más larga que había formulado en tanto tiempo que llevaban conociéndose, era un gran avance, y más para su amistad.
Ouch, esa palabra solía dolerle varias veces a Urano.

Pero debería pretender que eso no dolió.

“Bien, puedes quedarte con el cuadro cuando lo termine, de todas formas siempre repito el mismo cuadro dos veces cuando me aburro.” Tenía tiempo de sobra.

Hades asintió, aunque trataba de fingir que la respuesta no había sido completamente agradable a sus oídos, la cola de demonio lo delataba moviéndose de un lado a otro con entusiasmo. X sintió vergüenza.

“Gracias.” Emitió finalmente, sintió el suave tacto de unos labios chocar contra su frente, cuando quiso levantar la mirada para ver con sorpresa a Urano. Este se había ido.

“Angel tonto” Pensó, no podía ser tan dulce y desaparecer en segundos.

Miró el paisaje que pintaba Urano, viendo a lo lejos un arbusto de varias flores con tan hermosas características.

A Urano le gustaban las flores.

Hades se aseguraría de que eso continuara.

"Sabías que me gustan las flores?" | Urano & planeta X (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora