Prefacio

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Advertencias: Fanatismo religioso.

Advertencias: Fanatismo religioso

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Hina Satsuki, un nombre digno de venerar.

La pequeña niña de diez años vió el mundo a través de una pequeña puerta. Era ruidoso, impúdico, malo.

Sus padres, gente bien acomodada en la pequeña aldea, eran comerciantes de condimentos, y contaban con su pequeña tienda. Su casa era lo suficientemente grande para ella y sus cuatro hermanas mayores, quienes ya estaban debutando como solteras en busca de un esposo.

La pequeña de ojos verdes no había salido de casa, ni siquiera a jugar con sus vecinos, le daban miedo. El mundo le parecía tan aterrador; esencialmente porque veía cosas, cosas que nadie más era capaz de ver.

“Mamá, esa mujer tiene algo en su espalda” “Hermana, ese hombre tiene algo malvado colgando del brazo”.

Su abuela al escucharla, supo que tenía el don que su propia abuela tenía, podía ver maldiciones, y poder maldito. La ignorancia de las personas las convenció de que Hina era una santa, una especie de mujer bendecida con el don de purificar. Y claro, en parte era verdad, pero no era una eminencia divina.

Fue llevada al templo de la aldea, adornada con joyas, y telas de seda. Y su tierna mente la hizo sentir en deuda.

Con sus delicadas manos ponía sellos de protección en las casas, a los alrededores de su pueblo, y así fue durante años. La gente iba y le daba ofrendas, la trataban con una santidad.

La pequeña Hina se volvió en una mujer adulta, con lindas facciones, pero conservó su personalidad amable, y aunque aburrida de la adoración, ella seguía bendiciendo a sus seguidores. Recibió el apodo de “La sacerdotisa pura” pues la joven solo conocía el fanatismo por la inocencia.

La pequeña región entre las montañas era la única que no fue atacada por maldiciones, incluso mientras estás eran de sumamente abundantes, y las pocas que llegaban a traspasar sus sellos de protección sólo terminaban siendo exorcizadas.

La de ojos verdes estaba sentada en la mullida almohada, las niñas que cuidaban del templo y eran las encargadas de llevarle comida abrieron las puertas para que la joven sonriera a los habitantes de la aldea. Antes de sus 9 años la veían como una igual, y ahora ni siquiera le sostenían la mirada.

—Diez bendiciones para cada uno —dijo mientras sus manos tocaban los alimentos, bendiciendo los.

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El hombre de cabellos rosados caminaba sin rumbo fijo. Ryomen Sukuna, el hechicero de grado especial que escribió toda clase de técnicas malditas en un cuaderno que le valió ser considerado el brujo más temido de la era. Ahora mismo buscaba refugió, puesto que los otros hechiceros le habían puesto un precio a su cabeza.

Se habría quedado. Él era tan orgulloso que se habría enfrentado a todos ellos.

Pero aún no estaba listo.

El hombre maldito aún trabajaba en la manera de llegar a explotar todo su potencial, podría dejar de ser un mortal, y sería perfecto. Pero aún no sabía cómo hacer que su poder maldito se disparará. Así que mientras lo averiguaba, no le quedaba de otra más que huir.

Era humillante. Un prodigio como él huyendo de los hechiceros insulsos.

Sus piernas se detuvieron al divisar la barrera que protegía una pequeña aldea.

“Un hechicero, y es poderoso” pensó mientras pasaba sus manos y lograba romper la barrera “Esto va a ser divertido”.

“Un hechicero, y es poderoso” pensó mientras pasaba sus manos y lograba romper la barrera “Esto va a ser divertido”

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𝙏𝙤 𝙨𝙬𝙚𝙚𝙩 [𝙎𝙪𝙠𝙪𝙣𝙖 𝙭 𝙊𝘾]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora