El legado de la profecía(Cancelado, remake: "El que se rebela" )

Capitulo 26

En la oscuridad, solo la negrura era perceptible. Sin embargo, él avanzaba sin vacilar, indiferente al entorno que lo rodeaba. De repente, pequeñas llamas doradas surgieron, iluminando un camino hacia lo desconocido.

Susurros lejanos llenaron el aire, como voces que lo llamaban desde la distancia. Cada una de ellas parecía susurrarle al oído, atrayéndolo.

Al llegar al final del camino, las llamas doradas se desvanecieron, revelando una enorme y antigua puerta. Sus bordes resplandecían en un tono carmesí, y una serie de líneas intrincadas enmarcaban un remolino en el centro.

Era algo familiar, algo que resonaba en lo más profundo de su ser; era el símbolo del clan Uzumaki.

Los susurros pronto se transformaron en voces clamorosas, instándolo a abrir la puerta, a adentrarse en lo desconocido y desenterrar los secretos más antiguos de los salvajes olvidados.

Uzumaki Boruto contempló su reflejo en la puerta con una mezcla de curiosidad y reflexión. Aquellos eran vestigios de su antiguo clan, el linaje de su abuela. Se preguntaba qué secretos y conocimientos podrían aguardar tras ella, tal vez registros y técnicas que ni siquiera su propio padre había explorado.

A pesar de ser descendiente directo de los Uzumaki, Naruto no había mostrado mucho interés en la historia y tradiciones de su clan. Boruto entendía las razones detrás de esa falta de interés, considerando la difícil crianza de su padre

Sin embargo, agradecía a Kakashi, por impulsarlo a explorar los orígenes de los Uzumaki. De lo contrario, él mismo podría no haber sentido la necesidad de conectar con la historia y legado de sus ancestros.

Tomó una respiración profunda y se esforzó por mantener la calma. Colocó sus manos sobre la puerta y ejerció una ligera presión para empujarla hacia adelante.

Con un crujido profundo y resonante, la puerta cedió lentamente, revelando un pasillo oscuro y misterioso más allá. Boruto avanzó con cautela, sintiendo los susurros que lo llamaban, una presencia antigua y poderosa que parecía impregnar el aire a su alrededor. Cada paso resonaba en el suelo de piedra gastada, como si despertara siglos de silencio.

A medida que avanzaba, las antorchas a lo largo de las paredes se encendían una tras otra, iluminando el camino con una luz anaranjada y parpadeante. Los murales antiguos adornaban las paredes, contando historias del clan Uzumaki, de sus orígenes, sus hazañas y sus desafíos. Las inscripciones estaban grabadas en una lengua antigua y desconocida, pero Boruto sentía en su corazón que eran relatos de su propia sangre, del linaje Uzumaki que fluía por sus venas.

Finalmente, llegó a una gran cámara, y quedó impresionado por la magnificencia de lo que vio. En el centro de la sala, sobre un pedestal de piedra, yacía un pergamino antiguo, cuidadosamente enrollado y sellado con símbolos arcanos. Las paredes estaban cubiertas de estantes llenos de más pergaminos, cada uno conteniendo conocimientos y secretos transmitidos a través de las generaciones.

Los susurros se intensificaron en la sala, como si el conocimiento mismo estuviera ansioso por ser descubierto. Boruto se sintió abrumado por la magnitud de lo que había descubierto. Un legado del clan Uzumaki que ahora yacía ante él, esperando ser desvelado y comprendido.

En el fondo de la cámara, notó un objeto imponente que capturó su atención: un trono tallado en piedra, cuya forma se asemejaba a un remolino en constante movimiento. La estructura parecía emanar una energía antigua y poderosa, como si estuviera imbuida de la esencia misma del clan Uzumaki.

Con pasos cautelosos, Boruto se acercó al trono, sintiendo una extraña atracción hacia él. Al tomar asiento, una oleada de energía lo envolvió, haciéndolo sentir conectado con sus ancestros de una manera que nunca antes había experimentado. Era como si el trono fuera un vínculo entre él y aquellos que vinieron antes, una manifestación física del legado y la historia del clan Uzumaki.