Tercera Parte: En Casa.
Inglaterra lo recibió con lluvia, pero Jaehyun se encontró sonriendo. Nunca pensó que echaría de menos el miserable clima Inglés. La reunión con los directores del Chelsea no duró mucho tiempo: había trabajado para el club por varios años, por lo que lo conocían bien y confiaban en él para siguiera desde donde lo había dejado. Jaehyun no había pensado que sería realmente capaz de conseguir su viejo empleo de vuelta, pero resultó que la doctora que lo había reemplazado quería cambiarse a un club de la principal liga alemana después del final de la temporada, y Jaehyun accedió a esperar hasta que la posición estuviera disponible de nuevo. Mientras tanto, él iba a ser responsable del centro de rehabilitación del club.
Cuando la reunión terminó, Jaehyun encontró a sus pies llevándolo a los campos de entrenamiento. No había esperado que la reunión se llevara a cabo en el Centro Cobham de Entrenamiento, pero ahora que estaba allí, no pudo resistir la tentación de buscar a Taeyong. Había pasado casi un mes.
La lluvia había cesado, y el aire estaba limpio y cargado de humedad. Jaehyun lo aspiraba mientras caminaba lentamente hacia el grupo de futbolistas en formación dentro del campo de juego.
Parte de él todavía no podía creer que realmente había hecho esto, que realmente iba a volver a su vieja vida en Inglaterra. Tal vez era la decisión equivocada, pero estaba cansado. Cansado de luchar con esto. Cansado de huir. No tenía un maldito sentido.
El corazón de Jaehyun empezó a latir más rápido cuando vio los familiares risos rubio-oscuros. Taeyong estaba pasando a dos defensores, brillantemente veloz y ágil. Jaehyun casi había olvidado lo bueno que era.
Como si hubiera sentido su mirada, Taeyong giró su cabeza. Él se detuvo, los ojos y los labios muy abiertos. Una hermosa sonrisa se extendía por su rostro y Jaehyun no podía evitar reflejarla.
Y entonces Taeyong corría hacia él, el uniforme azul de entrenamiento pegado a su piel. Jaehyun intentó no quedarse mirándolo, pero era difícil. Taeyong podría ser un poco delgado, pero como la mayoría de los futbolistas, estaba en muy buena forma, sin ser voluminoso. Carajos, para Jaehyun era perfecto de pies a cabeza.
Jaehyun apenas se mantuvo en pie cuando Taeyong chocó contra él. —Volviste, —respiró en el cuello de Jaehyun, abrazándolo con fuerza—. Volviste.
Muy consciente del entrenador y los otros futbolistas que los miraban con curiosidad, Jaehyun se permitió acariciar el pelo de Taeyong por un momento –sólo un momento– antes de retroceder y meter las manos en los bolsillos de su chaqueta. La simple acción resultó mucho más difícil de lo que debería haber sido.
—Sí, —él dijo tardíamente, con los ojos en el rostro radiante de Taeyong.
Taeyong se acercó de nuevo. Jaehyun apretó sus manos en los bolsillos y le dio una mirada de advertencia. Quédate a unos cuantos pies alejado de mí.
Taeyong frunció el ceño y miró a sus compañeros de equipo antes de volver su mirada a Jaehyun. —¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me lo dijiste?
—¡Jaehyun! —Otro futbolista corrió hacia ellos. Lee Ten—. ¡Estás de vuelta! Quiero decir, ¿estás de vuelta?
Jaehyun le sonrió y le estrechó la mano. No compartía la opinión de Taeyong sobre que Ten era la reencarnación del diablo; Taeyong no era exactamente un ángel el mismo.
—Sí, —dijo—. Por el momento, voy a ser el médico a cargo del centro de rehabilitación. Reemplazaré a la Dra. Sharon cuando ella se mude a Munich en el verano.