an unexpected guest

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¿Cuántas cosas pueden cambiar en dos años? En la vida de la capitana del Clitemnestra no mucho, por lo menos no cambios que ponen la vida patas arriba. Seguía viviendo en Herea y sus amigas seguían siendo parte de su tripulación. La hermana pequeña de Isabel había decidido que también se quería sumar a la pequeña familia que tenían en el barco y, aunque Isabel se negara, la joven tenía ansias de aventuras y terminó por quedarse con ellas.
Algo que también había cambiado era la salud de Dolores; la madre adoptiva de Eco tenía una enfermedad muy rara que no habían podido identificar los médicos de la zona. Los últimos días, Eco se había dedicado a buscar médicos en las islas y en las ciudades piratas cercanas a Herea para ver si alguien podía ayudarles.

Eran aproximadamente las 12 de la mañana, pues el sol ardía en el medio del cielo, cuando Eco se encontraba en el balcón del salón de la Casa Azul mirando al puerto, la tranquilidad se podía sentir en Herea. Llevaba el pelo medio recogido de manera desordenada con un par de caracolas y perlas en él. Estaba relativamente tranquila hasta que unos pasos en el pasillo la alarmaron.

-Señorita Swann...capitana Swann...- comenzó el chico de ojos verdes que dudaba de cómo hablarle a la capitana.

-James, puedes llamarme Eco- le dijo ella con una sonrisa girando completamente su cuerpo mirando al nombrado. James era un chico de una familia de pescadores cerca de Herea, había sido contratado por Eco para vigilar a Dolores pues su familia había sido asesinada por la marina real española. Tenía 14 años y la tez morena, llevaba unos pantalones viejos que consiguió Eco para él y comenzó a vivir en la mansión con ellas.

-Dolores pregunta por ti-.

Rápidamente Eco se dirigió a la habitación donde se encontraba la mayor, recorrió los pasillos de la casa a prisas mientras el servicio la miraba espantados por la velocidad. Cuando llegó a la puerta de Dolores primero llamó a la puerta, y al sentir el sonido de afirmación de ella entró. Dolores estaba sentada en la cama con un libro en la mano y una bandeja con té y pastas a su lado. Cuando vio a Eco, cerró el libro y la miró con una sonrisa, la capitana se la devolvió aunque la suya era triste.

-No me mires así- le dijo la mayor.

-¿Como te encuentras?- Eco se sentó en la cama, apoyando sus brazos en el colchón, retirando el libro que estaba casi debajo de su cuerpo.

-Pues mejor hoy, me he incorporado sola- dijo Dolores con una sonrisa y cogiendo una galleta, para luego ofrecerle otra a Eco.

-Pues continúa descansando, a ver si te mejoras pronto-.

-¿Estás manejando bien la ciudad en mi ausencia, verdad? Pues no me necesitas tanto como crees- dijo ella levantando sus cejas y señalando la cortina, dándole a entender a Eco que abriera esta.

-Por favor Dolores, no digas eso- le recriminó Eco mientras echaba las cortinas hacia los lados y abría la ventana para que entrara aire fresco a la habitación- Todos te necesitamos y te echamos de menos-.

-Si si, ya lo sé- dijo la pirata retirada para cambiar de tema rápidamente- Te ha llegado una carta-.

-Será de Lizzie contándome sobre Henry- contestó Eco, sonriendo ante el recuerdo del niño que conoció hace un año, que tanto se parecía a su hermana y a Will. Hacia mucho que no veía a Will, a veces se encontraban en el océano y estaba cada vez peor, su trabajo no estaba siendo realizado y le estaba pasando factura.

-La tiene abajo Rosa, pero ella me lo dijo esta mañana porque cree que no es de tu hermana, dice que huele a ron- sonrió Dolores sin mirar a Eco como si se estuviera haciendo la tonta. Eco sonrió traviesa para darle un beso en la frente a Dolores. Al afirmarle ella que estaría bien y que si la necesitaba haría llegar a Henry con ella, bajo a por su carta.

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⏰ Última actualización: Jul 11 ⏰

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Piratas del Caribe: en Mareas MisteriosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora