Anne.
Los días pasaban, las semanas pasaban, y Mattheo ni siquiera me miraba a la cara. Comencé a echarle de menos. Y joder, la verdad es que echar de menos a una persona a la que ves todos los días, es un sentimiento muy distinto a echar de menos a una persona a la que no ves.
En mi cabeza, mi mínima preocupación ahora era Mike. Esos pensamientos habían sido reemplazados por Mattheo. Y no sabía si eso era bueno o malo.
Le conté a Theodore sobre lo de Mike, y sorprendentemente, se lo tomó en serio, y me ayudó en cierta manera. Pero añoraba los consejos de Mattheo.
Las vacaciones estaban a unas pocas semanas, estábamos terminando los exámenes finales de este trimestre y ya comenzarían las vacaciones de Navidad. Volvería a casa, vería a mamá, y aclararía un poco mi cabeza. Era lo único que necesitaba en ese momento.
La clase de DCAO había dado por finalizada, estaba recogiendo mis cosas cuando noté unas voces fuera del pasillo. En el aula me encontraba yo con Theodore, los demás habían salido ya, incluido el profesor.
Ambos salimos para ver qué pasaba, y observamos un círculo de gente que animaban algo. Se trataba de una pelea.
Y solo una sola persona pasó por mi cabeza.
Empujé a todos, tratando de llega hacia las dos personas que se encontraban en medio, y se trataba nada más y nada menos que de Mattheo.
Tenía la nariz sangrando, y me atrevería a decir que tenía el labio partido. Estaba encima de un chico el cual no sabía descifrar quién era.
Theodore interrumpió la pelea y agarró a Mattheo de los dos brazos, levantándolo de arriba del chico y parando aquella disputa.
—¿Estás loco? ¡Lo vas a matar Mattheo! —Theodore empujó a Mattheo hacia fuera de todo el barullo de gente.
—¡Suéltame! —ordenó Mattheo.
Yo les seguí.
Ellos seguían discutiendo mientras caminaban hacia no sé donde, y mis piernas seguían sus pasos.
Mattheo aún ni siquiera me miraba.
No sabía si quizá se había si quiera percatado de que estaba ahí, tras el.
—¿Qué coño es lo qué ha pasado, Mattheo? —Theodore se posicionó frente a él, parando su caminata.
—No te importa.
—Si me importa, Mattheo —sentenció Theodore—. Me importa porque TÚ me importas.
Las palabras de Theodore quedaron en el aire. Mattheo no respondió, ni siquiera era capaz de mirarle a la cara.
Yo seguía tras ellos. Theodore me dedicó una mirada tranquila y pude entender lo que me estaba queriendo decir.
—Theo, ¿te importa dejarme a solas con él un momento? Será rápido —pregunté.
Theodore pareció poco convencido, pero al instante accedió y se retiró lentamente mientras le dedicaba una mirada tranquilizadora a Mattheo.
Di unos pasos para hacia delante, y mi cuerpo quedó justo en frente al de Mattheo, a un solo metro de distancia. Él seguía con su mirada perdida, como si le diera miedo mirarme a los ojos.
—¿Quieres ir a un sitio más tranquilo y hablamos mejor? —pregunté, él asintió, aún sin mirarme.
Comencé a caminar, suponiendo que Mattheo estaba a unos pocos pasos más atrás de mí, siguiéndome.
Mis pasos me guiaron inconscientemente hacia el patio, que se encontraba vacío por la hora que era.
Acababan de terminar las clases por hoy, y todos los alumnos se fueron a sus salas comunes para prepararse para la cena.
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Tal vez, luego. -Mattheo Riddle.
FanfictionAnne Greenwood acaba de salir de una relación corta e intensa. Este verano conoció a un chico que creyó que sería el amor de su larga vida. Las cosas se tuercen, y no hace falta recordar que nada; sin excepciones, nada, es para siempre. En su quinto...