Juego

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Finn :

Regresé a casa antes de lo planeado. Nadie sabía que había estado en Milán, y quería sorprender a Andrea. Al llegar temprano por la mañana, me encontré con una escena que no esperaba. La sala estaba llena de cajas cerradas y embaladas, y el departamento estaba prácticamente vacío. Me sorprendió ver cuánto había trabajado Andrea sola.

Sonreí al ver cómo estaba todo perfectamente organizado. Cada caja estaba etiquetada con su contenido. Me detuve y reí al ver una caja que decía "Libros de Finn, prohibido tocar".

La casa estaba en absoluto silencio, lo que me llamó la atención porque Freddo tampoco estaba por ningún lado.

Me acerqué al refrigerador y vi una nota pegada en él. Decía: "Andy, tienes comida en el horno, debes calentarla. Fui de compras, Freddo está en el gimnasio" Era de mi madre, y le encantaba ir al centro comercial, así que no me sorprendió. Pero me dejó inquieto porque Andrea no estaba con ella, por la mañana, solía ir a la empresa, pero me había dicho que no lo haría esta semana. Además, en la clínica estaba Gina, así que me preocupé al no saber dónde estaba.

Decidí ir al gimnasio a buscar a Freddo, sacando mi teléfono para llamarla mientras caminaba. Marqué su número, y mi mente corría con mil pensamientos sobre qué podría estar pasando. La preocupación comenzó a asentarse en mi pecho.

- Finn!!! ¿Ya estás por regresar a casa? -Apenas respondió, exclamó toda entusiasmada.

-Mmm, algo así. ¿Dónde estás? -pregunté ansioso.

-Tranquilo... Estoy con Zelihg. Esta noche se celebra el cumpleaños de Lena. En realidad su cumpleaños ya pasó, pero Zeligh no le hizo nada, ¡¿puedes creerlo?! Como sea, lo regañé junto a Gina y esta noche le hará una cena, así que estoy buscando un obsequio para ella - Andrea me daba toda la información sin respirar, hablaba de corrido, y debía prestar atención porque su verborragia me llevaba por delante.

-Entiendo. Me preocupé al no encontrarte en casa - Le respondí mientras llegaba al gimnasio.

- ¿Ya estás en casa? De verdad? -preguntó, casi gritando

-Sí, acabo de llegar. La casa está tan vacía que pensé que me había equivocado de lugar. Hiciste un trabajo increíble con las cajas- Dije, sonriendo ante el orden que había dejado.

- Quería que todo estuviera listo para cuando volvieras, no quiero que trabajes tanto, estás cansado. Pero dime, ¿cómo es que estás de vuelta tan temprano?y- Andrea sonaba curiosa.

- Solo me desocupe antes, luego hablamos. Pero primero, déjame encargarme de Freddo y ponerme al día contigo - Respondí, entrando al gimnasio sonriendo

-Claro que te pondrás al día! En quince minutos estaré en casa! Solo tengo que pagar y voy! Te amo- exclamó Andrea, y toda arrebatada, finalizó la llamada apurada por regresar.

-¿Qué pasa contigo? ¿Por qué te encierran? ¿Sigues portándote mal? - me agaché a rascar la cabeza de Freddo, que apenas me vio se sentó en mis pies.

-Ven, seguramente tengas hambre. Compórtate, porque no quiero enojarme contigo - le hablaba mientras él me miraba muy tranquilo.

Freddo se levantó de inmediato, moviendo la cola con entusiasmo. Salimos del gimnasio y nos dirigimos de vuelta a la cocina. Al llegar, me aseguré de que Freddo tuviera su comida antes de acomodarme en el sofá.

Miré alrededor, viendo las cajas perfectamente organizadas y etiquetadas. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar la caja que decía "Libros de Finn, prohibido tocar" Andrea era increíble, cuidaba más mis cosas que las suyas.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora