Eight. Pied Piper

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De los nervios, le salió un grano. Jin quiere morirse del odio. Usó maquillaje de su mamá para que no se viera tan grande; también usó su acondicionador y se esforzó porque su cabello se viera perfecto. Entra en las pocas ocasiones en la que se siente feliz de su aspecto. Incluyendo gafas nuevas que le lucen mejor.

Se acomoda el suéter de cuello de tortuga negro y la cadena delgada y plateada. Piensa en si debería ponerse un abrigo. Tal vez así sería más maduro y le gustaría más. Aunque cabe la opción de que le gusta que se vea así de joven. Se pone brillo en los labios, dándose toques para que no sea demasiado.

Si se va a besar con Namjoon de nuevo, no quiere dejarle los labios sucios. Piensa que es demasiado amable de no limpiarse los restos. Seguro quiere hacerlo, pero no quiso ponerlo incómodo. Namjoon es muy amable en eso. Al final, no se pone el abrigo, toma la mochila pequeña con lo que quiere darle a Namjoon hoy y va dando saltos hasta la entrada de su casa.

— ¿Ya encontraste quien te compre? ¿Sabes si tiene SIDA? —Jin rueda los ojos y voltea hacia su gemelo —. Te ves ridículo. —Sacude un poco la cabeza. No está peinado hoy, así que tiene el mismo cabello negro y rizado que Jin.

—No más ridículo que tú sacando sesenta en un examen —Seokjin queda con la comida en la mejilla y mal gesto—. Además de que te quedas aquí encerrado por esas notas mediocres

— ¿A quién crees que le estás hablando? —recrimina irritado, acercándose rabioso a Jin—. Maldito trozo de mierda inútil-

—A un trozo de mierda inútil que no sabe leer. A eso le hablo. Adiós. —Sale a prisa. No quiere que Seokjin haga un drama y su mamá lo impida salir.

Después de todo, ella hace todo lo que Seokjin quiera. Cómo si se merecería tener esa clase de mimos. Sube al auto del chofer y le da la dirección falsa de siempre. Si él le cuenta a sus padres con quién se ve, se lo prohibieran, meterá a Namjoon en problemas. En fin, todo lo que no puede pasar.

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Sonríe apenas Namjoon abre la puerta, a duras penas consigue contener su emoción de ir saltando, de abrazarlo para saludarlo. En fin, está eléctrico por esta pequeña cita que es, de nuevo, en el departamento de Namjoon. El adulto le mira con deje enternecido.

Es tan obvio lo ilusionado que está.

— ¿Tu hermano se cayó por las escaleras? Estás muy feliz hoy.

Jin tan solo puede saltar y chillar de emoción en su mente, pensando: ¡Se da cuenta de que estoy feliz! ¡Me está mirando muy atentamente!

—No, pero saco sesenta en un examen y está castigado. Que es casi igual de bueno.

— ¡Que patético! —exclama Namjoon con ese deje cizañero con el que habla de todos, menos de Jin y por eso, el adolescente se ruboriza—. ¿Lo ves? No sirve para nada. No deberías ni preocuparte por él.

Jin asiente y puede decir que, como siempre ¡Namjoon tiene razón! Él siempre la tiene. No importa del tema del que hablen. Es por eso que Jin le cuenta de todo últimamente, abandonando esa ligera vergüenza que sentía por hablarle. Escuchar su opinión, pensar en que debería cambiar de sí mismo en base a eso.

Le habla de lo que fue el examen que presentaron, que Seokjin fracasó de forma miserable considerando todo el apoyo que tiene en casa a nivel de tutores y que los profesores lo tienen como un niño adorado en clases del colegio. Mientras sucede esta conversación, comen sushi que Namjoon ordenó previamente.

Ha sido muy honesto sobre su mala capacidad culinaria. Es irónico y divertido para él mismo como no sabe hacer nada en la cocina, pero sí hasta animales mutantes en un laboratorio. Incluyendo su conejo de quince años que salta por toda la sala, jugando.

Mastermind | NamJin || BOOK 3#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora