Cap 15. Estás que arrazas.

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MAYA


—¿Es tu novio, Maya Parker? —pregunta Cameron.

No lo sé, Cameron, podría serlo... está muy bueno —respondo con una sonrisa provocativa.

Tú no puedes tener novio, mocosa —me dice, molesto.

—¿Ah, no? ¿Y por qué no? —le replico, desafiándolo.

Porque tú eres mía... —su beso es dulce y feroz a la vez. Estoy enojada, pero es imposible resistirme y le correspondo.

El beso se alarga, siento su lengua en la mía, y cuando nos separamos por falta de aire, pensé que se haría el tonto o saldría corriendo como otras veces, pero me sorprende cuando apoya su mentón en mi cabeza y me susurra.

Me gustas, Maya. Me gustas mucho... —mi corazón late desbocado, no esperaba escuchar esas palabras hoy, y vuelve a besarme.

Sus besos pasan a otro nivel. Ahora son en mi cuello, rostro y mentón. Son exquisitos. Se inclina un poco y me carga hasta la cama, sentándome a horcajadas sobre él.

Nos miramos a los ojos. Estoy en silencio, pero correspondo tímidamente a cada caricia, deslizando mis manos por su pecho. Cameron es grande, tiene vello en el pecho y el abdomen, y su cabello oscuro y rizado se enreda en mis dedos.

Sus pectorales son duros, se nota que pasa horas en el gimnasio, al igual que sus abdominales bien marcados. Siento cómo mete sus manos por debajo de mi camisa, acariciando mi espalda.

Me tenso un poco cuando sus manos llegan a mis pechos y los toca, rozando mis pezones.

Shh... tranquila, mocosa, respira. No haré nada que no quieras —me dice en voz baja, intentando calmarme.

—¿Nunca te han tocado así? —me pregunta. Nego con la cabeza y escondo mi rostro enrojecido en su pecho, escuchando su risa sexy.

Jajaja, tranquila, mocosa, te gustará —dice mientras levanta mi camisa por completo, dejándome desnuda ante él.

Me quejo:

No me digas más "mocosa", no lo soy —le reclamo, pero él sonríe y me responde:

Sí lo eres. Eres una mocosa fastidiosa, pero bella —y vuelve a besarme. De repente, se da cuenta de mi tatuaje de mariposa y sonríe.

Oh, guau, mocosa, tienes un tatuaje —comenta. Asiento, pero no le presta mucha atención, ya que comienza a besar mis pechos, jugando con mis pezones. La sensación es exquisita. Mi centro se aprieta, y el cosquilleo es cada vez más intenso.

Hace lo mismo con el otro pecho, y no puedo evitar gemir. Sus manos recorren mis piernas y nalgas, acariciándolas suavemente.

Después de unos minutos, se recuesta, quedando yo encima de él, y me voltea para que caiga sobre la cama mientras sigue besándome.

Es delicioso, pero se vuelve aún mejor cuando siento que sus manos bajan por mis pantalones y bragas, alcanzando mi centro. Me tenso de nuevo, pero él se levanta y me besa.

Mete toda su mano y, con sus dedos índice y corazón, acaricia suavemente mi clítoris mientras sigue besándome o chupando mis pechos. Después de un minuto o más, siento cómo mi cuerpo vibra, estoy completamente húmeda, y el nudo en mi estómago es insoportable.

Mi corazón late a mil por hora, respiro con fuerza, y una sacudida placentera recorre todo mi ser. Creo que acabo de tener mi primer orgasmo.

Respiro profundamente y Cameron me mira con una sonrisa, saca sus dedos mojados de mi centro y los chupa de forma sexy. Me da un beso en la frente y se marcha, dejándome en un estado de éxtasis.

•••

Despierto por la mañana con el sonido ensordecedor de mi despertador. Lo apago y me levanto. Aún tengo sueño, pero hay clases. Me ducho, me arreglo y bajo a desayunar.

Unos cereales y jugo, y luego me voy al instituto. Hoy no me cruzo con Cameron al llegar a casa. Quizás salió o está durmiendo, pero no le doy importancia y sigo con mi día.

Cuando vuelvo a las tres de la tarde, me dispongo a hacer los deberes. Cameron no ha venido a casa, lo cual me extraña. Salgo a correr un rato; mi entrenador de natación me sugirió correr para mejorar en las regionales de Londres.

Cuando regreso ya es tarde, pero en el camino no hay rastros de él. Pregunto a Max, pero tampoco sabe nada, así que no insisto.

La semana pasa rápido, y no he visto a Cameron. Octubre ha llegado con el otoño, las temperaturas son más bajas y hay que abrigarse un poco más.

Es sábado, y no está en casa. No lo veo ni en el desayuno ni en ningún lado. Me extraña, pero no pregunto.

Max me saca de mis pensamientos cuando me dice:

Maya, hoy vendrán unos amigos. Espero que no te moleste la música alta —me avisa, y yo niego con la cabeza. ¿Qué puedo hacer? Es su casa.

Regreso de trotar; he estado entrenando mucho. La próxima semana son las competencias, y necesito ganar este título.

La fiesta ya ha comenzado, son más de las nueve de la noche, y me molesto al llegar a casa y ver a Cameron con dos chicas en sus piernas, besándolas.

Cameron me ve y nota mi expresión. Estoy furiosa. ¿Cómo pude ser tan tonta de dejarme tocar por este imbécil?

Entro en mi habitación sintiéndome asfixiada. Llamo a Aiden y le pregunto dónde está. Me responde de inmediato.

De fiesta en Seattle. ¿Quieres venir? —sonrío y busco un lindo conjunto: una falda blanca, pantimedias negras semitransparentes, un suéter negro, un blazer caqui y mis inseparables botines negros. Dejo mi cabello suelto y me pongo un poco de maquillaje.

Salgo de mi habitación y veo cómo Cameron se levanta, dejando a las chicas para venir hacia mí.

Un chico intenta hablarme, pero lo evado y salgo de la casa rápidamente. Camino por el pasillo hacia el ascensor cuando Cameron me grita:

—¡Mocosa! ¿Adónde crees que vas? —No volteo a verlo, solo levanto los dos dedos en forma de pistola y se los enseño. “Vete al diablo Cameron West”

Pienso y voy a la fiesta, Aiden viene por mi.

Hola Seattle hoy estás que arrazas. — Sonrió...

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🖕nuestras famosas pistolas 🖕








FUERA DE LIMITES "Rendido ante Tí"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora