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Tsukishima x OC
El timbre de la escuela resonó por los pasillos vacíos. Yo me quedé atrás, observando la lista de calificaciones pegada en la pared. Mis notas en matemáticas eran un desastre y la prueba final estaba a la vuelta de la esquina. Necesitaba ayuda, y rápido.
-¿Problemas con las matemáticas, Sora? -Preguntó una voz con un tono irónico detrás de mí.-
Me di la vuelta y vi a Tsukishima Kei, alto, con gafas y una expresión de aburrimiento eterno en su rostro. Él era el mejor en matemáticas, y tal vez la única esperanza para no suspender.
-Efectivamente, no entiendo nada. ¿Podrías ayudarme? -Pregunté, intentando no sonar desesperada.-
Él me miró con sus ojos fríos y evaluó mi solicitud como si estuviera decidiendo si valía la pena.
-Está bien, pero no esperes milagros. No soy un mago.
Empezamos nuestras clases de matemáticas particulares después de las clases en la biblioteca, cuando ambos no teníamos que ir a nuestros clubes. Tsukishima siempre llegaba puntual con esa mirada de "me importa poco la gente, solo me importo yo". Al principio me molestaba su forma de ser, pero al pasar más tiempo con él me di cuenta que no es tan mala gente como yo pensaba. Aunque fuéramos a la misma clase, creo que jamás habíamos hablado durante más de dos frases.
-¿De verdad no entiendes esto? -Preguntó señalando la ecuación en el libro, yo lo miré con una ceja alzada y luego suspiré, de verdad que era malísima para las matemáticas.-
-Si lo entendiera, no te estaría pidiendo ayuda, ¿verdad? -Repliqué, frustrada. Él simplemente soltó una risa seca y se revolvió el cabello.-
-Tienes razón. Tal vez hay esperanza para ti después de todo.
Con el tiempo, sus comentarios irónicos se volvieron parte de nuestra rutina. Era su manera de empujarme a esforzarme más, y aunque no lo admitiera, sabía que le importaba. Aunque muchas veces conseguía colmar mi paciencia.
Un día, después de una larga sesión de estudio, decidí ser más directa. Ya que esa duda me comía la cabeza desde que lo conocí.
-Tsukishima, ¿por qué eres tan sarcástico todo el tiempo? No puedes ser tan desinteresado como aparentas. -Él levantó la vista de sus notas y me miró fijamente.-
-La vida es más fácil cuando no te involucras demasiado, Sora. Menos expectativas, menos decepciones.
Su respuesta me dejó pensando. ¿Era su sarcasmo una forma de protegerse? Decidí que no lo presionaría más, pero desde entonces, empecé a notar pequeños gestos que demostraban que le importaba: la forma en que me corregía suavemente cuando me equivocaba, o cómo se aseguraba de que entendiera cada concepto antes de pasar al siguiente.
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Las semanas pasaron y, sorprendentemente, mis notas empezaron a mejorar. Pero más que eso, nuestras sesiones se convirtieron en algo que esperaba con ansias. Hablar con Tsukishima, incluso con su actitud mordaz, se volvió una parte importante de mi día.
